lunes, 21 de mayo de 2012

LA GUERRA DE LÍJAR



Si bien es sabido que el cantón de Cartagena declaró la guerra al todo poderoso imperio austro-húngaro, menos conocido es que otra localidad española, Lijar (Almería),  no tuvo problemas, ni falta de agallas en tener como enemiga a Francia, estando en guerra con ella durante nada menos que 100 años. Ni un día más ni uno menos. El casus belli de esta contienda hay que buscarlo en las ofensas que recibió el rey de España Alfonso XII en 1893 cuando atravesaba el país galo después de hacer una pequeña gira Europea. El monarca español había viajado a Alemania porque había sido nombrado “coronel honorario” de un regimiento de ulanos que estaban estacionados en Alsacia, territorio que en aquellos momentos era motivo de disputa entre los alemanes y franceses. A su regreso tenía que pasar por París y no se sabe si por ignorar los conflictos que había entre países o por olvido protocolario, Alfonso XII no se quitó el uniforme de prusiano que llevaba puesto lo que acarreó que muchos franceses se sintieran insultados y comenzaran a insultarle y apedrearle mientras iba a lomos de su caballo.

Este asunto no tuvo consecuencias entre Francia y España, pero hubo un pueblecito, al sur de la Península, que no olvidaría el incipiente fácilmente, estimando más su honra española que la sutil diplomacia. En cuanto se supo de la noticia de los hechos ocurridos la alcaldía de Líjar emitió un bando en el que anunciaba que todo el pueblo estaba en pie de guerra contra el enemigo del norte. Obsérvese el bando que no tiene desperdicio:

Que el más insignificante pueblo de la sierra de los Filabres debe protestar en contra de semejante atentado, y hacer presente, recordar y publicar que solamente una mujer bieja [sic] y achacosa, pero hija de España, degolló por sí sola a 32 franceses que se albergaron, cuando la invasión del año ocho, en su casa. Que este solo ejemplo basta y sobra para que sepan los habitantes del territorio francés que el pueblo de Líjar, compuesto únicamente de 300 hogares y 600 hombres útiles, está dispuesto a declararle la guerra a toda la Francia, computando por cada diez mil franceses un habitante de esta villa; pues es necesario que sepa la tierra gala que España ostenta en su escudo la insignia de más valor que pueda ostentar la Primera Nación del Mundo. Tiene en él nada menos que un león.

Si la guerra se hubiera producido de verdad, es bien sabido que ahora mismo no existiría Líjar, a pesar de la gallardía y pundonor que mostraron en aquellos años. Francia no se dio por enterada y de esta manera han pasado cien años con las armas en alto. En 1983 el alcalde de esta bella ciudad almeriense decidió firmar la paz y para ello hizo venir a la localidad a los vicecónsules de Francia en Málaga y Almería para rubricar el alto el fuego de una guerra que nunca existió.