En 1981 el cineasta Jean-Jacques Annaud sorprendió a los críticos en particular y al público en general con una película titulada En busca del fuego, en la que de manera “realista” representaba un mundo ya perdido y que devolvía al hombre prehistórico a su verdadera esencia, quitando falsas y fantasiosas ideas cinematográficas que se habían ido representando sobre éste en donde incluso llego hasta convivir con dinosaurios. Una locura temporal se mire por donde se mire. Luego este mismo director nos extasió con otras grandes películas como, por ejemplo: El nombre de la rosa (1986), El oso (1988), Siete años en el Tíbet (1997) o Enemigo a las puertas (2001), entre otras, quedando En busca del fuego algo sepultada, solo accesible para los muy cafeteros en el mundo cinéfilo, amén de que incluso entre éstos también hay quienes ignoraban que este film está basado en una novela homónima de un escritor belga, pilar básico de la ciencia ficción moderna, llamado Joseph Henri Honore Boex (1856 – 1940) más conocido con el seudónimo de J.H. Rosny.
La historia que nos ofrece este novelista comienza con un desastre pues la tribu de los Oulhamr – ulhamr u ougmar en otras traducciones- son atacados por otra tribu y le es robado el mayor tesoro que tienen: el fuego. En su loca carrera nocturna, entre gritos y muertos, acaban en una ciénaga, expuestos a la fría climatología y a los animales depredadores. Habiendo perdido el fuego, por tanto, solo les queda morir y pasar a la nada. Pero en medio del dolor se organiza una partida de búsqueda con el fin de recuperarlo y son enviados a la aventura, por un lado, un grupo comandado por Naoh, el hijo del Leopardo, junto con sus dos buenos amigos Nam y Gaw, y por otro el arrogante y sanguinario Aghoo, hijo del Uro, y sus dos hermanos. Aquí comienza la búsqueda que no solo reportara seguridad a los Oulhamr sino también grandes riquezas para el que traiga el fuego además del corazón de Gamla, la hija del jefe Fauhm.
Un grupo se dirige a Poniente y otro a Oriente, pero el libro se centra más en las vivencias de Naoh y compañía y a través de ella el escritor desplegara delante de nosotros, con una prosa poética a la vez que envolvente, preciosista en muchos casos, las maravillas y horrores que irán encontrando en el camino. Los temibles osos, el rugiente león gigante y su compañera la artera tigresa o los imponentes señores de las llanuras: los enormes mamuts de afilados colmillos. Pero Naoh no solo tiene que enfrentarse a la naturaleza hostil sino que también conocerá, luchará y se hermanará a otras tribus a lo largo y ancho del camino como por ejemplo los temibles Devoradores de cadáveres o los Enanos rojos, los enigmáticos Hombres de pelo azul e incluso los prácticos Hombre sin hombros que enseñaran a nuestros protagonistas un secreto en relación a la conquista del fuego. Es en verdad toda una novela de supervivencia pues el hombre prehistórico, sin fuego, es un hombre desvalido pues éste le da todo en esta vida: calor en los días fríos, defensa contra los animales, calentar la comida para que sea más apetitosa o incluso poder endurecer el asta de las lanzas con las que cazar y defenderse de los invasores.
El lector podrá encontrar en la novela En busca del fuego aventuras, amor, riesgos continuos, momentos emocionantes, una prosa bella, además de poner al hombre prehistórico en el medio y en el momento que le corresponde, y todo eso enseñándonos que muchas veces se consiguen más fines con la bondad que con la sangrienta crueldad. Postdata: si al leer En busca del fuego, se quedan con más ganas de hincarles el diente a otras novelas ambientadas en la Prehistoria, les informo que ésta tiene continuación en El león de las cavernas (1918) y Helgvor, el guerrero del Río Azul (1929).
Buenas lecturas.
J.H. Rosny, En busca del fuego & El león de las cavernas & Vamireh, traducción de Rafael Marquina, Fernando Valera. Madrid, Valdemar, 2001, 736 páginas.
