En virtud de lo
pactado en el Congreso de Viena de 1814, los países firmantes de la Santa
Alianza, dictaminaron que ya era tiempo de acabar con aquel sueño que se había
instalado en España durante el llamado Trienio Liberal (1820-1823). Aquel
último año el sonido claveteado de las botas de los Cien Mil Hijos de San Luis,
ejército combinado de tropas francesas y españolas comandado por el duque de
Angulema, irrumpieron en la Península Ibérica y terminaron de destrozar a las
tropas libertarias en la Batalla del Trocadero (Cádiz). Aquel 31 de Agosto las
bayonetas francesas echaron por tierra el proyecto de llevar a España un paso
adelante e igualarlo a las libertades y oportunidades que había normalmente en
otros países europeos. Como consecuencia de ello se volvía a instaurar una
nueva regencia de Fernando VII, rey felón por excelencia, y tras abominar del
juramento que había hecho sobre la Constitución de 1812, sumerge a España en
una época oscura y represiva donde su poder será el garante de todo atropello y
villanía. Este tiempo será tristemente conocido como la Década Ominosa (1823 –
1833). Pero a pesar de que una noche de
terror se ha echado sobre esta vieja piel de toro, los rescoldos del antiguo
fuego no son apagados del todo y aquí y allá asoman de vez en cuando algún
personaje que defiende las anheladas libertades. Y sobre todos éstos destaca
uno que hará temblar los cimientos del poder omnímodo del rey Fernando. No es
un general erizado de bayonetas, ni un político esquivo con gran poder de
oratoria. Se trata sencillamente de una muchachita de Granada, que tras bordar
un símbolo, una simple bandera se convertirá en un mito de nuestra Historia. Su
nombre es Mariana Pineda y es por
excelencia la heroína y mártir del liberalismo español. (Seguir leyendo)
El recuerdo de mi suplicio hará más por
nuestra causa que todas las banderas del mundo.
Ha pasado el
tiempo y la desmemoria histórica que planea sobre España ha hecho que mucha
gente olvidara la figura de Mariana y ni siquiera sepa que hizo en su tiempo.
Los alumnos logsetomizados ya no saben quién fue ni cuál fue su logro, pero
gracias a libros como el de José Luis Olaizola es posible que se acerquen un
poco más a la gesta de esta mujer
valiente. Les presento su última novela:
Mariana Pineda, un canto a la pasión y a
la libertad. Esencialmente, y a primera vista, nos encontramos una novela
que ofrece una biografía canoníca de aquella amante de la libertad, y que a los
que conocemos la historia de esta mujer nos puede parecer algo insulsa y
lineal, pero que a los que desconocen quién era les va a encantar pues van a
adentrarse en un mundo oscuro en el que cualquier paso en falso te podía llevar
a la horca o sentir en la nuca el frio punzón del garrote vil. Olaizola
comienza narrar remontándose un poco atrás del nacimiento de Pineda, rememorando
la vida de su padre, un hidalgo que conoce a su joven madre, Dolores Muñoz, en
Lucena y que tras una serie de avatares acaban viviendo en Granada, lugar donde
nace nuestra protagonista en 1804. Dos años después muere su padre, y su madre,
viendo que es incapaz de cuidar de su propia hija cede la custodia a un tío,
quien se casa poco después. De nuevo la esposa de éste rechaza a Mariana y como
si fuera una pelota que va de un lado a otro sin control acaba siendo adoptado
por un empleado del tío, casado y sin hijos. Allí encuentra un nuevo hogar.
En 1819 se casa
con un militar retirado, Manuel de Peralta y Valte, pero tres años después, con
dos hijos a cuestas, se queda viuda. Parece que su vida se ha convertido en un
correr de un infortunio a otro, pero eso es lo que parece a simple vista, pues
gracias a su marido, militar de grandes ideales, conoce las mieles de la
libertad y contacta con los grupos revolucionarios. Así pues cuando se proclama
la conocida Década Ominosa, Mariana se integra sin miedo alguno en los círculos
liberales de la Vega granadina, asistiendo de manera asidua al salón de los
condes de Teba. Se convierte por tanto en una auténtica conspiradora enfrentada
a las fuerzas oscuras del rey felón. Pero no es una comparsa más en un mundo de
hombres valientes, sino que ella misma se encarga de realizar actos de valor
que la caracterizan como verdadera heroína por la libertad. Un ejemplo de ello
lo vemos en 1828 cuando consigue liberar de la cárcel a un primo suyo Fernando
Álvarez de Sotomayor, que iba a ser ejecutado por ser un militar
constitucionalista y liberal. Mariana, valiéndose del parentesco que tiene con
el reo, en las distintas visitas, fue introduciendo partes de un hábito de
capuchino con el que días después consiguió escaparse disfrazado de tal guisa.
Pero con el
levantamiento fracasado del general Torrijos en 1831 las tensiones se
recrudecen y se cierra más el cerco sobre el grupo de conspiradores granadinos.
El alcalde del crimen de la ciudad, Ramón Pedrosa, inicia una investigación
seria sobre la fuga de Álvarez de Sotomayor y todas las sospechas incriminan a
Mariana. En marzo de ese año consigue la prueba: nace la leyenda de la bandera.
Según parece un agente realista le dice a Ramón Pedrosa que Mariana está
tejiendo una bandera libertaria que debía acompañar a las fuerzas malogradas de
Torrijos. Esta era de color morado y curiosamente llevaba bordado en el centro
un triangulo verde (¿signo masón?) acompañado de las siguientes palabras en
hilo rojo: “Igualdad, Libertad y ley”.
Para conseguir la prueba definitiva envía a dos bordadoras a casa de Mariana con la falsa intención de
ayudarla a terminarla, pero con la idea de verla con sus propios ojos. Cuando
éstas aseguraron al alcalde del crimen que habían sido testigos presenciales,
fue detenida de inmediato, y aunque fue sometida a fuertes interrogatorios no
cedió un palmo ni cuando el juez la ofreció salvar su vida si delataba a sus
compinches. Como no lo hizo, y se enfrentó con valentía a sus captores, además
de estar todo amañado de antemano, fue condenada a muerte. Hecho que se
produzco el 24 de Mayo de 1831 en el Campo del Triunfo donde fue conducida en
una mula y ejecutada posteriormente a garrote.
Fue enterrada en el cementerio de Almengor en una tumba anónima, pero
días después alguien le puso una simple cruz de madera sobre ella como
reconocimiento a una muchacha que desafió al orden tiránico del momento con su
valentía y determinación.
En puridad todo
esto y más es lo que vamos a encontrar en esta novela de José Luis Olaizola. Es
un libro que se lee muy bien, con un estilo muy sencillo y poético que va a
deleitar aquellos que desconocen cualquier aspecto de la vida de Mariana Pineda
y la época posterior a la Guerra de Independencia. Y no me quiero despedir de
ustedes sin antes recordarles las palabras que dijo hace poco una eurodiputada
socialista, María Izquierdo, al querer poner su nombre en la puerta principal
del Parlamento de Estrasburgo: Mariana
demostró, mucho antes que nuestros vecinos franceses, que las mujeres españolas
fueron pioneras en la defensa de las ideas progresistas. Estamos hablando de
una mujer que nació en 1804 y que fue ajusticiada el 26 de mayo de 1831,
jovencísima, por defender su libertad de pensamiento. Ella pudo eludir la
muerte, pero prefirió ser leal. Actualmente el nombre de Mariana Pineda
corona la entrada del recinto.
(Esta reseña también la podeís leerla en Hislibris)