Llama la
atención que repartida por toda nuestra geografía se encuentren en muchas iglesias
y lugares comunes, como por ejemplo plazas, imágenes de cocodrilos disecados, tal vez
simbolizando la victoria del bien sobre el mal. Pues bien uno de esos iconos tan
curiosos se encuentra, o para ser más preciso, se encontraba en una de los lugares más castizos de Madrid, en
concreto la Iglesia de San Ginés, situada en la calle del Arenal. Cuentan las
viejas crónicas que en 1499 el aposentador de los Reyes Católicos (recuérdese que
aposentador era la persona que tenía como oficio buscar alojamiento a los
monarcas o militares) Alonso de Montalbán, decidió hacer un viaje con toda su
familia a las Américas con el fin de realizar
una inspección in situ a la zona y posteriormente mostrar dicho informe a los
reyes. Pues bien, cuando estaban a punto de llegar a su destino un grumete se
percató que desde hacía un día un enorme cocodrilo los estaba siguiendo y por
eso recomendó al capitán y a don Alonso que lo mejor era esconderse en tierra
firme para despistar al monstruo que los perseguía. Y así lo hicieron.
Desembarcaron cerca de Portobelo pero cuando iban a adentrarse en la espesura
para buscar provisiones apareció el cocodrilo con la intención de darse un gran
festín. La mayoría de los marineros, obviamente, salieron huyendo pero los que
quedaron en la playa, ya fuera porque estaban petrificados por el terror o
porque eran más valientes que los otros, observaron incrédulos como la familia
del aposentador, con él a la cabeza, se hincaban de rodillas y se ponían a
rezar a la Virgen María para que les salvara de aquel enviado de Satanás. Y, ya
fuera casualidad, o bien porque las altas esferas les hicieran caso, dio la
casualidad que una rama se desprendió del árbol que tenía al lado el cocodrilo
con tan buena fortuna que fue a impactar en la cabeza del animal de resultas
que murió inmediatamente. Don Alonso y su familia consideraron este hecho como
una verdadera intercesión divina por lo que cuando volvieron a España hicieron
construir una capilla en la Iglesia de San Ginés, en donde depositaron el
cuerpo disecado del enorme cocodrilo a modo de exvoto. Desde aquel día a aquel
recinto sagrado se le conoció como La Capilla del Lagarto.
Desde 1522 se
tiene constancia de la existencia de este cuerpo disecado en la Iglesia de San
Ginés, y hasta hace poco tiempo se podía visitar. Pero hoy en día, por
desgracia, la efigie del cocodrilo está en paradero desconocido. Son muchas las
hipótesis de su desaparición. Se dice que una párroco, harto de que le
preguntaran cuál era la Capilla del Lagarto, decidió hacerlo desaparecer,
mientras que otros opinan que o bien esta bajo el altar o en periodo de
restauración. Incluso se comenta que estaba en tan mal estado que un cura del
lugar lo tiró a la basura. Sea una cosa u otra, es una pena no poder volver a
verlo, aunque no por ello dejen de acudir a San Ginés, y no porque este cercana
la famosa churrería homónima (que también), sino porque podrán ver una bella
iglesia en donde tiempo atrás fue bautizado Lope de Vega e igualmente allí se
caso don Francisco de Quevedo.