¡Hasta el infinito y más allá! (Buzz
Lightyear)
Desde un punto
de vista histórico no hay nada más alejado de éste que el reino de la fantasía.
Mientras que la Historia se dedica a la recopilación y estudio del pasado, ya
sea reciente como alejado en el tiempo, la fantasía, en cambio, nos lleva a
universos remotos que no tienen fin ni comienzo, alejado de cualquier
cronología que el ser humano pueda computar y en el que cualquier ser fantástico
puede morar. Existe, eso sí, algunos puntos en común como por ejemplo las
ucronías que siempre caen en el mantra del ¿y
si? para hablarnos de qué hubiera pasado si tal o cual línea temporal se
hubiera producido en la Historia. De ahí a un paso ya nos introduciríamos en la
mera fantasía. Pero aun así hay que hacer notar al lector que escribir sobre
literatura fantástica no es algo que surja de la nada, de hoy en día, sino que
tras ella se amontonan cientos de años de historia que nos han conducido a lo
que es actualmente. Y es aquí donde curiosamente entra la historia para
adentrarnos en la apasionante epopeya de cómo surgió y cómo fue evolucionando a
través de los siglos. Así pues les invito a que tomen el libro que hoy les
propongo, Breve Historia de la Fantasía,
escrito por Silvia Pato y se dejen llevar por los múltiples mundo imaginarios
que confeccionaron literatos de todos los tiempos y a la vez sobrevuelen la
tierra de la imaginación en donde los seres prodigiosos y la magia sin fin se
dan la mano.
¿Por dónde
empezar? Pues precisamente por cuando el ser humano empezó a dotar a los hechos
de la naturaleza que desconocía funciones sobrenaturales o místicas. Es decir,
por la mitología. La adoración a seres divinos no solo se circunscribía a los
templos y altares de oración sino que también para preservar sus cualidades sobrehumanas
sus aventuras fueron llevadas a la escritura. Por ejemplo, en Mesopotamia
destaca las increíbles gestas de Gilgamesh, mientras que en Grecia los escritos
de Homero, como la Ilíada o la Odisea (aquí, este último se da ya
más importancia al ser humano frente a otros seres mitológico) Hesiodo, o las
fabulas de Esopo, estaban trufadas de dioses y criaturas mágicas. Lo mismo pasó
en Roma en los escritos en verso de Virgilio (La Eneida o las Metamorfosis)
o en prosa con autores como Apuleyo o Luciano de Samosata los cuales mostraron
al mundo sus increíbles viajes fabulosos. Y finalmente, conectando la antigüedad
con la Edad Media, nos encontramos con las sagas o Eddas vikingas, y en especial el
Cantar de los Nibelungos.
Llama la
atención, ya en el Medievo, que la iglesia utilizase el poder de las imágenes míticas
y de las leyendas fantásticas de otrora imperios y los cristianizase a su
gusto. Un ejemplo de ello es la leyenda de San Jorge venida de otros mitos de
grandes guerreros y dioses de la antigüedad. Pasado un tiempo, todo este tema
de la literatura fantástica fue acogido por los juglares o trovadores que en
sus cantares itinerantes fueron ensalzando las gestas de los caballeros y de
las damas por los pueblos y ciudades que pasaban. De ahí surgieron los cantares
épicos de gesta que a la luz de espadas mágicas, gigantes invencibles y
princesas heroicas se agruparon en tres grandes materias como son: la materia
romana, que narra hechos de la antigüedad; la materia de Francia en donde se
glosa la imagen de Carlomagno y se idealiza el
Cantar de Roldan; y sobre todo la materia artúrica, quizá la más famosa de
todas, en donde se narra las increíbles aventuras del rey Arturo y los
caballeros de la Mesa Redonda.
Llegados hacia
finales de la Edad Media y principios del Renacimiento hemos de notar que el
boom entre los lectores fueron sin duda las novelas de caballería, herederas de
la materia britana o artúrica. El público sentía auténtica pasión por este tipo
de novelas, las devoraba, y sentían que ellos mismos podían ser caballeros de
lanza en ristre y ellas preciosas princesas que esperaban a su adalid en lo
alto de las almenas. Esta pasión enfermiza fue uno de los detonantes de que
tiempo después Miguel de Cervantes Saavedra escribiera El Quijote en donde se satiriza toda esta pasión desmedida por los
caballeros y los reinos fantásticos donde moran. En España destacan obras como
el Libro del Caballero Zifar (primera
novela de aventuras de ficción en nuestro país) o las aventuras de mítico Amadís de Gaula escrito por García Rodríguez
de Montalvo, y que tanta influencia tuvieron en la imaginación de posteriores
escritores hispanos como Calderón, Quevedo, Lope de Vega, entre otros. Pero el interés
de la fantasía no solo habitó en esta vieja piel de toro sino que también
influenció a otros escritores de otras latitudes como Tomas Moro con su mundo
ideal de Utopía o el hambre feroz de
Rabelais con su Gargantua y Pantagruel.
Aun así hay no que olvidar que todavía la iglesia tenía un poder muy fuerte en
aquellos tiempos y que no veía con muy buenos ojos que la gente mirara a otros
reinos de fantasia en vez de posarlos en Dios. Es por eso que muchos de estos
libros fueron incluidos dentro de los listados de libros prohibidos y que la
inquisición quemara muchos de ellos en la hoguera.
Durante el siglo
XVIII destacaron sobre todo los libros de viajes a otros lugares del planeta,
ya fueran conocidos o recónditos en los que destaca tras lo fantástico una gran
sátira a los modelos de gobierno existentes en el viejo continente. Un ejemplo
de ello son las obras de Jonathan Swift con Los
viajes de Gúlliver; Daniel Defoe con su solitario Robinson Crusoe; o las increíbles mentiras del barón de Munchausen.
Pero los límites de la fantasía son inexistentes y es por eso que en el siglo
XIX el romanticismo y el nacionalismo imperante darán un nuevo empuje a esta
materia. Es en este tiempo cuando cualquier género de cualquier tipo puede acoger
este tipo de literatura. Ya sea la novela juvenil con escritores como Dickens,
Stevenson, Kipling, Haggard; la gótica con Bram Stoker; y el renacimiento de
las leyendas populares a través de los cuentos infantiles pergeñados por los
hermanos Grimm o el polifacético Andersen. E incluso en España también se
recopilan e iluminan cuentos de la tierra a manos de insignes escritores como
Fernán Caballero, Pardo Bazán o Gustavo Adolfo Bécquer. Finalmente llama la
atención como en el siglo XIX aparecerá también la mezcla de ciencia y ficción
con escritores como Julio Verne o H. G. Wells los cuales tenderán puentes con
la literatura pulp del siglo XX.
Hay que señalar
que las llamadas novelas Pulp fueron novelas baratas pero que abrieron las
puertas a muchos escritores de este tipo de género literario, al igual que
hicieron las revistas Weird Tales o
Amazing Stories. Pero lo que fue todo un aldabonazo a como es hoy la literaria fantástica
fue sin duda la publicación del Señor de
los Anillos, de J.R.R. Tolkien. De ahí cualquier medio fue valido para este
tipo de escritura. De sus excelencias son herederos cientos de escritores que
nos deleitan hoy en día como por ejemplo J.K. Rowling y sus Harry Potter, Michael Ende y su Historia Interminable, C.S. Lewis y sus
mundos de Narnia, o la gran saga de
fuego y hielo descrito por George R. R. Martin. Como se puede ver todo es
posible, y no solo dentro de los libros sino también en otros formatos como por
ejemplo las que nos muestran los comics de Marvel o DC, el anime japonés y los
dibujos animados de Disney, el séptimo arte, e incluso la vastedad electrónica
de los videojuegos. En resumidas cuentas el género de la fantasía está hoy más
vivo que nunca y es una suerte que haya llegado intacto y mejorado a nuestros
días para que podamos volar a lugares en donde el tedio y la tristeza del mundo
real no puede alcanzarnos. Breve Historia
de la Fantasía es el Virgilio, que al igual que hizo con Dante, les llevara
a ese imperio de la imaginación. Buen viaje.