miércoles, 15 de mayo de 2019

BREVE HISTORIA DE LA FANTASÍA - Silvia Pato



¡Hasta el infinito y más allá! (Buzz Lightyear)

Desde un punto de vista histórico no hay nada más alejado de éste que el reino de la fantasía. Mientras que la Historia se dedica a la recopilación y estudio del pasado, ya sea reciente como alejado en el tiempo, la fantasía, en cambio, nos lleva a universos remotos que no tienen fin ni comienzo, alejado de cualquier cronología que el ser humano pueda computar y en el que cualquier ser fantástico puede morar. Existe, eso sí, algunos puntos en común como por ejemplo las ucronías que siempre caen en el mantra del ¿y si? para hablarnos de qué hubiera pasado si tal o cual línea temporal se hubiera producido en la Historia. De ahí a un paso ya nos introduciríamos en la mera fantasía. Pero aun así hay que hacer notar al lector que escribir sobre literatura fantástica no es algo que surja de la nada, de hoy en día, sino que tras ella se amontonan cientos de años de historia que nos han conducido a lo que es actualmente. Y es aquí donde curiosamente entra la historia para adentrarnos en la apasionante epopeya de cómo surgió y cómo fue evolucionando a través de los siglos. Así pues les invito a que tomen el libro que hoy les propongo, Breve Historia de la Fantasía, escrito por Silvia Pato y se dejen llevar por los múltiples mundo imaginarios que confeccionaron literatos de todos los tiempos y a la vez sobrevuelen la tierra de la imaginación en donde los seres prodigiosos y la magia sin fin se dan la mano.

¿Por dónde empezar? Pues precisamente por cuando el ser humano empezó a dotar a los hechos de la naturaleza que desconocía funciones sobrenaturales o místicas. Es decir, por la mitología. La adoración a seres divinos no solo se circunscribía a los templos y altares de oración sino que también para preservar sus cualidades sobrehumanas sus aventuras fueron llevadas a la escritura. Por ejemplo, en Mesopotamia destaca las increíbles gestas de Gilgamesh, mientras que en Grecia los escritos de Homero, como la Ilíada o la Odisea (aquí, este último se da ya más importancia al ser humano frente a otros seres mitológico) Hesiodo, o las fabulas de Esopo, estaban trufadas de dioses y criaturas mágicas. Lo mismo pasó en Roma en los escritos en verso de Virgilio (La Eneida o las Metamorfosis) o en prosa con autores como Apuleyo o Luciano de Samosata los cuales mostraron al mundo sus increíbles viajes fabulosos. Y finalmente, conectando la antigüedad con la Edad Media, nos encontramos con las sagas o Eddas vikingas, y en especial el Cantar de los Nibelungos.

Llama la atención, ya en el Medievo, que la iglesia utilizase el poder de las imágenes míticas y de las leyendas fantásticas de otrora imperios y los cristianizase a su gusto. Un ejemplo de ello es la leyenda de San Jorge venida de otros mitos de grandes guerreros y dioses de la antigüedad. Pasado un tiempo, todo este tema de la literatura fantástica fue acogido por los juglares o trovadores que en sus cantares itinerantes fueron ensalzando las gestas de los caballeros y de las damas por los pueblos y ciudades que pasaban. De ahí surgieron los cantares épicos de gesta que a la luz de espadas mágicas, gigantes invencibles y princesas heroicas se agruparon en tres grandes materias como son: la materia romana, que narra hechos de la antigüedad; la materia de Francia en donde se glosa la imagen de Carlomagno y se idealiza el Cantar de Roldan; y sobre todo la materia artúrica, quizá la más famosa de todas, en donde se narra las increíbles aventuras del rey Arturo y los caballeros de la Mesa Redonda.

Llegados hacia finales de la Edad Media y principios del Renacimiento hemos de notar que el boom entre los lectores fueron sin duda las novelas de caballería, herederas de la materia britana o artúrica. El público sentía auténtica pasión por este tipo de novelas, las devoraba, y sentían que ellos mismos podían ser caballeros de lanza en ristre y ellas preciosas princesas que esperaban a su adalid en lo alto de las almenas. Esta pasión enfermiza fue uno de los detonantes de que tiempo después Miguel de Cervantes Saavedra escribiera El Quijote en donde se satiriza toda esta pasión desmedida por los caballeros y los reinos fantásticos donde moran. En España destacan obras como el Libro del Caballero Zifar (primera novela de aventuras de ficción en nuestro país) o las aventuras de mítico Amadís de Gaula escrito por García Rodríguez de Montalvo, y que tanta influencia tuvieron en la imaginación de posteriores escritores hispanos como Calderón, Quevedo, Lope de Vega, entre otros. Pero el interés de la fantasía no solo habitó en esta vieja piel de toro sino que también influenció a otros escritores de otras latitudes como Tomas Moro con su mundo ideal de Utopía o el hambre feroz de Rabelais con su Gargantua y Pantagruel. Aun así hay no que olvidar que todavía la iglesia tenía un poder muy fuerte en aquellos tiempos y que no veía con muy buenos ojos que la gente mirara a otros reinos de fantasia en vez de posarlos en Dios. Es por eso que muchos de estos libros fueron incluidos dentro de los listados de libros prohibidos y que la inquisición quemara muchos de ellos en la hoguera.

Durante el siglo XVIII destacaron sobre todo los libros de viajes a otros lugares del planeta, ya fueran conocidos o recónditos en los que destaca tras lo fantástico una gran sátira a los modelos de gobierno existentes en el viejo continente. Un ejemplo de ello son las obras de Jonathan Swift con Los viajes de Gúlliver; Daniel Defoe con su solitario Robinson Crusoe; o las increíbles mentiras del barón de Munchausen. Pero los límites de la fantasía son inexistentes y es por eso que en el siglo XIX el romanticismo y el nacionalismo imperante darán un nuevo empuje a esta materia. Es en este tiempo cuando cualquier género de cualquier tipo puede acoger este tipo de literatura. Ya sea la novela juvenil con escritores como Dickens, Stevenson, Kipling, Haggard; la gótica con Bram Stoker; y el renacimiento de las leyendas populares a través de los cuentos infantiles pergeñados por los hermanos Grimm o el polifacético Andersen. E incluso en España también se recopilan e iluminan cuentos de la tierra a manos de insignes escritores como Fernán Caballero, Pardo Bazán o Gustavo Adolfo Bécquer. Finalmente llama la atención como en el siglo XIX aparecerá también la mezcla de ciencia y ficción con escritores como Julio Verne o H. G. Wells los cuales tenderán puentes con la literatura pulp del siglo XX.

Hay que señalar que las llamadas novelas Pulp fueron novelas baratas pero que abrieron las puertas a muchos escritores de este tipo de género literario, al igual que hicieron las revistas Weird Tales o Amazing Stories. Pero lo que fue todo un aldabonazo a como es hoy la literaria fantástica fue sin duda la publicación del Señor de los Anillos, de J.R.R. Tolkien. De ahí cualquier medio fue valido para este tipo de escritura. De sus excelencias son herederos cientos de escritores que nos deleitan hoy en día como por ejemplo J.K. Rowling y sus Harry Potter, Michael Ende y su Historia Interminable, C.S. Lewis y sus mundos de Narnia, o la gran saga de fuego y hielo descrito por George R. R. Martin. Como se puede ver todo es posible, y no solo dentro de los libros sino también en otros formatos como por ejemplo las que nos muestran los comics de Marvel o DC, el anime japonés y los dibujos animados de Disney, el séptimo arte, e incluso la vastedad electrónica de los videojuegos. En resumidas cuentas el género de la fantasía está hoy más vivo que nunca y es una suerte que haya llegado intacto y mejorado a nuestros días para que podamos volar a lugares en donde el tedio y la tristeza del mundo real no puede alcanzarnos. Breve Historia de la Fantasía es el Virgilio, que al igual que hizo con Dante, les llevara a ese imperio de la imaginación. Buen viaje.