Desde la antigüedad el ser humano ha tenido muchas incógnitas sobre lo que tiene por encima de sus cabezas. La climatología siempre ha sido un interrogante para el hombre y desde la misma prehistoria ha sentido por un lado respeto y por otro miedo ante los efectos que no ha podido comprender y asimilar con el cerebro. Donde no llega la razón, está el mito para sustituirlo, y desde muy pronto, a partir de la noche de los tiempos, los humanos han atribuido los movimientos de la naturaleza a los dioses y a la religión. Si a este desconocimiento le añadimos que el clima siempre ha sido un tema muy delicado para los labradores y gente del campo que ven en las estaciones un elemento de vital importancia, no es de extrañar que la superstición, la brujería, el cristianismo y la mitología se hayan conjugado en la fantasía de los pueblos.
Uno de los seres más curiosos que pululan por nuestra geografía reside en la verde Asturias y se le conoce en muchos pueblos como El Nuberu. Algunos lo asocian con la mitología grecolatina, otros con la figura del Wotan germánico o el Tarannis celta, e incluso hay quien opina que es un ser que vino desde el misterioso Egipto. En algunas regiones de aquellas ricas tierras se le conoce también como ñuberu, reñubleiro, nubleiro o Xuan Cabrita. Las zonas de la costa asturiana en cambio lo llaman Pataricu y lo asocian con seres que desconocen el fuego y que tienen un gran sentido del olfato.
Tenga el nombre que tenga, es común que este ser mágico se caracterice por ser un generador de nubes y las conduzca a su placer de un lado a otro. La forma que tiene difiere según las leyendas de cada región, pero casi todos coinciden en que es alto, algo tuerto o ciclópeo, barbudo, con una extremidades muy largas y unas orejas puntiagudas. Lleva la ropa algo chamuscada (debe ser por la exposición a los mortíferos rayos que maneja) y un gran sombrero de piel en forma de pico con el que se cubre la voluminosa cabeza. Aunque vive la mayoría de las veces oculto a las miradas, camuflado en lo alto de riscos y mares de nubes, hay ocasiones en que le gusta bajar a las aldeas y transformarse en humano buscando hospitalidad y algo de comida. Es por ello que a los lugareños les gusta ser amable con cualquier persona que llamé a su puerta, no vaya a ser que echen a un Nuberu de su casa y los castigue con abundantes lluvias y peligrosos rayos que arruinen la valiosa cosecha.