miércoles, 7 de septiembre de 2011

EL NUBERU



Desde la antigüedad el ser humano ha tenido muchas incógnitas sobre lo que tiene por encima de sus cabezas. La climatología siempre ha sido un interrogante para el hombre y desde la misma prehistoria ha sentido por un lado respeto y por otro miedo ante los efectos que no ha podido comprender y asimilar con el cerebro. Donde no llega la razón, está el mito para sustituirlo, y desde muy pronto, a partir de la noche de los tiempos, los humanos han atribuido los movimientos de la naturaleza a los dioses y a la religión. Si a este desconocimiento le añadimos que el clima siempre ha sido un tema muy delicado para los labradores y gente del campo que ven en las estaciones un elemento de vital importancia, no es de extrañar que la superstición, la brujería, el cristianismo y la mitología se hayan conjugado en la fantasía de los pueblos.

Uno de los seres más curiosos que pululan por nuestra geografía reside en la verde Asturias y se le conoce en muchos pueblos como El Nuberu. Algunos lo asocian con la mitología grecolatina, otros con la figura del Wotan germánico o el Tarannis celta, e incluso hay quien opina que es un ser que vino desde el misterioso Egipto. En algunas regiones de aquellas ricas tierras se le conoce también como ñuberu, reñubleiro, nubleiro o Xuan Cabrita. Las zonas de la costa asturiana en cambio lo llaman Pataricu y lo asocian con seres que desconocen el fuego y que tienen un gran sentido del olfato.

Tenga el nombre que tenga, es común que este ser mágico se caracterice por ser un generador de nubes y las conduzca a su placer de un lado a otro. La forma que tiene difiere según las leyendas de cada región, pero casi todos coinciden en que es alto, algo tuerto o ciclópeo, barbudo, con una extremidades muy largas y unas orejas puntiagudas. Lleva la ropa algo chamuscada (debe ser por la exposición a los mortíferos rayos que maneja) y un gran sombrero de piel en forma de pico con el que se cubre la voluminosa cabeza. Aunque vive la mayoría de las veces oculto a las miradas, camuflado en lo alto de riscos y mares de nubes, hay ocasiones en que le gusta bajar a las aldeas y transformarse en humano buscando hospitalidad y algo de comida. Es por ello que a los lugareños les gusta ser amable con cualquier persona que llamé a su puerta, no vaya a ser que echen a un Nuberu de su casa y los castigue con abundantes lluvias y peligrosos rayos que arruinen  la valiosa cosecha.