Por: José Antonio
En el año 1974 don Juan Carlos de Borbón era el sucesor del General Franco en la Jefatura del Estado español. Sin embargo nadie parecía darle importancia. Todo el mundo, todos los sectores políticos, el ejército, todos los sectores económicos tenían una idea vaga de qué iba a hacer el entonces Príncipe tras la muerte del general. Era notoria la tendencia de quienes pensaban que iba a ser un mero continuador de la labor gubernativa de Franco. Sin embargo, no era así.
Don Juan Carlos estaba moviéndose desde hacía años, bajo la tutela de Torcuato Fernández Miranda recabando información, contactando con sectores importantes de la vida política y pergeñando en solitario el proyecto de transición hacia la democracia. Siempre en solitario contactó con los sectores del Régimen aperturistas, sobre todo con los jóvenes de su generación que formaban el Grupo Tácito, hombres que en el futuro movimiento de transición tuvieron una importancia rotunda: Marcelino Oreja, Rodolfo Martín Villa, Juan José Rosón, Gabriel Cisneros, y un largo etcétera. No obstante precisaba tener la opinión de quienes estaban en aquel momento en la clandestinidad: la oposición democrática. Hay que tener en cuenta que en el año 1974 eran ilegales desde la democracia cristiana hasta el comunismo, pasando por los liberales, los socialistas, los socialdemócratas…
Para poder contactar con todas estas tendencias políticas y sus líderes necesitaba, sobre todo, confidencialidad y secreto. No se podían levantar sospechas. Por ello contactó con un viejo amigo que jamás levantaría sospechas: Nicolás Franco Pascual de Pobil, sobrino del general. Nicolás Franco contactó en España con todos los sectores políticos en la clandestinidad quedándose en los socialistas en una cena en el domicilio de José Mario Armero, personaje éste de importancia vital unos años después.
Sin embargo quedaban los comunistas. A través de Armero se consiguió organizar en París una reunión con Santiago Carrillo. Éste aceptó la reunión simplemente para ver qué quería aquel hombre que desde España quería hablar con él. En principio pensaba que se trataba de un representante de un sector descontento del Régimen y contactar con él serviría también de cuña de acceso para el futuro. Hubo bromas por parte de ambos antes de hablar en serio de la postura del PCE una vez don Juan Carlos fuera rey.
Fue una reunión muy importante en la que al Rey supo que los comunistas no tenían la intención de reventar ningún proceso de transición siempre y cuando se implementara en España un sistema democrático pleno en el que también ellos tuvieran su espacio político. Fue un avance y la preparación del proceso que se iniciaría año y medio después. El Rey ya tenía toda la información para comenzar a cocinar cómo hacer que España pasara de una dictadura a una democracia.