Por: José Antonio
Todos conocemos a Manuel Fraga Iribarne, el insigne político gallego. Muchos le habrán criticado, muchos le habrán admirado. No obstante, creo que todos tenemos que estar de acuerdo en que don Manuel ha sido uno de los políticos más importantes de la historia reciente de España.
En la retina tenemos esas fotos de Fraga en bañador bañándose en la playa de Palomares cuando fue Ministro de Turismo. Sin embargo, por razones de pensamiento y por incompatibilidades ideológicas con el Régimen su carrera pasó de la política a la diplomacia, siendo nombrado como embajador en Londres en el año 1973.
En el año 1974, tras el discurso de Arias Navarro en las Cortes franquistas en el que se pergeñaba un primer anuncio de restablecimiento del derecho de libre asociación y que fue un primer avance hacia la apertura de la política española, las fuerzas vivas del franquismo se pusieron en contra de dicho avance y torpedearon dicho proyecto. Arias Navarro, hombre dubitativo e imprevisible, se plegó a las presiones del búnker y, finalmente, las asociaciones fueron aquellas que estaban ya incluidas dentro del entorno del Movimiento Nacional, es decir, falangistas y tradicionalistas. El Régimen necesitaba a alguien que diera prestigio a estas asociaciones y acude a Manuel Fraga.
Don Manuel se desplaza desde Londres y mantiene reuniones con el gobierno. Sin embargo, Arias se encuentra con que lo que pide Fraga para entrar en el juego de las asociaciones es complicado de aceptar. Fraga pone unas condiciones para encabezar alguna asociación como que cualquier formación que él encabece tiene que tener en sus estatutos la necesidad de que en España se elijan los representantes del pueblo a través del sufragio universal, libertad sindical, libertad de culto, libertad de asociación, reunión y expresión, la convocatoria de elecciones libres, etc. Es decir, el programa de cualquier partido político de la Europa democrática. Eso es más de lo que Arias está dispuesto a aceptar y Fraga se vuelve a Londres apagando, temporalmente, la luz de su figura política.
Posteriormente, en el año 1975, antes de la muerte del general Franco, Manuel Fraga da la espalda definitivamente al Régimen fundando GODSA (Gabinete de Orientación y Documentación S.A.). Se trataba de un partido político encubierto en una asociación de espíritu mercantil. En esta asociación se integran todos aquellos políticos que, viniendo de las instituciones franquistas, reclaman una apertura democrática basada en la soberanía nacional, en la libertad ideológica, la libertad sindical, la libertad de asociación, de expresión y de reunión. Estas figuras fueron hombres que posteriormente tendrían una importancia plena en la Transición a la Democracia: Pío Cabanillas, Juan José Rosón, Rodolfo Martín Villa, Licinio de la Fuente, etc.
Fraga dijo NO a la supervivencia del franquismo y fue uno de los que dio el pistoletazo de salida hacia la democracia real en España.