miércoles, 23 de enero de 2013

DE COLUMNAS Y DESIERTOS



Un anacoreta (del griego anakoretés), era una persona que vivía en soledad, sin contacto alguno con las personas, y que estaba plenamente entregado a la vida contemplativa, a la penitencia y oración, es decir un ermitaño que intentaba con su pureza de espíritu llegar a entrar en contacto con Dios por la vía rápida. Aparecieron en los primeros años del cristianismo, sobre todo en la zona de Siria y Egipto entre los siglos IV, V y VI, y, dependiendo de su fortaleza física y de la libertad que tuvieran se caracterizaban en especial por demostrar su devoción de las más extravagantes formas. Repasemos algunas de ellas:

a)      Los más conocidos eran los estilitas (del griego stylos, columna) los cuales en su búsqueda de la verdad se subían sin reparos a una columna y permanecían allí largas temporadas en inmovilidad absoluta. El mejor representante de estos ascetas fue Simeón el Grande ya que permaneció allí arriba nada menos que 37 años de su vida. Fíjense si fue mañoso que incluso se le atribuye la invención del cilicio con el que mortificó sus carnes hasta su muerte.

b)      Los estacionarios eran unos monjes que se autocondenaban a la statio, es decir a la inmovilización absoluta. Tenían que estar siempre de pie, sin hablar ni alzar los ojos y sin extenderse para dormir. Incluso para mantenerse en esta última función se ataban a unos postes o se hacían pasar unas cuerdas por debajo de los sobacos las cuales estaban atadas a una viga del techo.

c)      Los dendritas, (del griego donaron, árbol) eran parecidos a los estilitas con las diferencia de que a éstos les gustaba subirse a las ramas de los árboles. Allí construían una cabaña y se ataban una cadena de hierro alrededor de su cuerpo para que evitar que si se caían al dormirse se estrellaran en el suelo. Esta forma de vida tuvo tanto éxito que con el paso del tiempo pasó de Siria a Occidente. Por ejemplo podemos ver a San Antonio que cerca de Padua se hizo construir una cabaña en lo alto de un precioso nogal.

d)      Los acemetas (del griego akemetoi o «los que no duermen») también llamados por los sirios chahore «o los que vigilan» eran unos monjes que habían jurado voto de permanecer continuamente rezando los oficios divinos. Sin descanso alguno. Incluso hubo quienes fallecieron en el intento.

e)      Siguiendo con el tema de la naturaleza, los monjes-pastores o boskoí, en griego eran ascetas de costumbres salvajes parecidos a los dendristas pero que en vez de subirse a los árboles preferían permanecer en el suelo y caminar a cuatro patas, pacer junto a sus animales y comer las mismas hierbas que ofreciera la  Madre Naturaleza.

f)        Una de las variantes más duras de todas eran los reclusos. Éstos se encerraban a sí mismos en celdas estrechas, donde no hablaban más que con Dios. Con respecto al el mundo monástico este movimiento se asemeja a los hipetros o monjes que vivían a la intemperie de dos maneras: unos construían al aire libre unos recintos no cubiertos en donde se tostaban y morían de calor o se congelaban en las duran noches del desierto; o los que preferían despreciar los recintos sin techar y se sentaban en cualquier lado para asombro de todo el mundo dejándose incluso tocar por los más curiosos.

g)      Los dementes eran unos ascetas que solamente querían ser fanáticos de Dios por lo que en su peregrinar entre los poblados se hacían pasar por locos o fingían estar poseídos por el demonio. Eso sí, en cuanto llegaba la noche, recuperaban la “cordura, se apartaban de cualquier lugar habitado y comenzaban a orar sin descanso.

h)      Y por último los más desconcertantes de todos: Los vagabundos. Ellos mismos creían que eran unos advenedizos y malditos de la Tierra y que por eso su misión era ir de pueblo en pueblo perturbando la paz, abusando de la virtud de la gente y haciendo mil y una perrerías. Claro esta, muy pronto fueron condenados en posteriores concilios.

Como se puede ver los anacoretas eran de muy distinta forma, múltiples en su manera de comportarse (aquí solo he expuestos los principales) libres como pájaros, sin atender a ningún superior y sobre todo sin respetar regla alguna establecida.