jueves, 31 de enero de 2013

SOLO EL CIELO LO SABE



Claramente se le puede llamar un duelo de altura. Ocurrió en 1808 en París, en concreto en el Bois de Boulogne, cuando dos enemigos irreconciliables se reunieron allí para efectuar el duelo más disparatado de la historia. Ambos contendientes, días antes, a través de sus padrinos no se habían puesto de acuerdo sobre el cómo y el dónde habían de dispararse. Si uno decía que a pistola el otro a florete, si alguien fijaba la acción dentro de París rápidamente el bando contrario respondía que a las afueras. No se ponían de acuerdo en nada que dijera el otro y como la ofensa era bastante grande y no se podía posponer por más tiempo se fijó un campo neutral que satisficiera a todos: en el aire.

Por aquel entonces no existían los aviones y por tanto no se podían disparar haciendo arriesgadas acrobacias. Es por ello que se eligió un invento reciente para matarse en las alturas: el globo.  Aquel día ambos se montaron en un globo aerostático y acordaron no dispararse hasta que llegaran a los 600 metros de altura. Cuando más o menos estuvieron a esa altitud uno de ellos, Jean Piquet apretó el gatillo y en vez de disparar a su oponente, seguramente debido al vaivén de la cesta, lo hizo a su propio globo, que rápidamente se deshinchó y se estrelló sobre París. Es obvio que la disputa la ganó el del otro aparato. Lo curioso de esta absurda situación es que la prensa del momento dió al duelo una publicidad desmesurada haciendo que este tipo de lances de honor se pusieran de moda, llenándose los cielos de locos duelistas que se disparaban desde globos aerostáticos a cualquier hora del día. Había incluso algunos que se llevaban a sus esposas o familiares y si vencían lo celebraban haciendo mini picnics en el cielo de París.