Muerte por todas partes.
Su majestad imperial, la reina Victoria de Inglaterra (1819 - 1901) tuvo con su amado e idolatrado esposo, el príncipe Alberto (1819 – 1861), un total de nueve hijos. En la mayoría de los cuadros y grabados de época observamos a una modélica familia en la que los rostros de los padres rebosan de alegría y amor paterno filial y sus hijos, como corresponde, se muestran juguetones a la par que solícitos. Una imagen burguesa, de familia ideal, que rápidamente fue proyectada a sus ciudadanos quienes no solo idolatraban a su reina sino que de inmediato quisieron imitar las costumbres y las formas de vida equilibradas que veían en dichos cuadros o grabados y que en muchos casos llegó a convertir los hogares pudientes en verdaderas cárceles de oro, en presidios donde la estricta etiqueta ahogaba y asfixiaba el día a día de sus habitantes. Cuanto más se siguiera ese libro de etiqueta victoriana y más se cuidara de impermeabilizar los estratos sociales más cerca se estaría no solo de las buenas costumbres antes sus vecinos sino también de la imagen idealizada que ofrecía la corona inglesa. Y todo este seguidismo desembocó, obviamente, en un mundo donde tras las puertas de las mansiones convivían sin ningún problema la hipocresía, la vergüenza y los malos tratos a partes iguales. En verdad la sociedad victoriana, sobre todo la de la burguesía o la nobleza era una sociedad pútrida, como la manzana que por fuera se ve lustrosa pero que por dentro, al cortarla, está repleta de gusanos quienes en este caso devoraban el corazón del imperio del que se decía que gobernaba las olas.
Como decía el mundo victoriano, frente a la pompa y circunstancia, estaba plagado de oscuridades, de una violencia extrema que se reflejaba a diario en la hambruna de las clases bajas, la enorme tasa de mortalidad infantil, la violencia que ejercían las bandas de ladrones (acuérdese uno de la que comandaba el dickensiano Fajin) o el terror que infligían los asesinos en serie como por ejemplo el archiconocido y escurridizo Jack el Destripador. Y a esta negra pesadilla que parece estar más allá de las ventanas de las mansiones y palacios de los más pudientes, los supuestos guardianes de la moral, sin quererlo o sin ver más allá de su soberbia, han dejado entrar un girón de esa niebla de maldad, hija de esa violencia, en sus salones y en sus habitaciones. En sus pensamientos y depravaciones más privadas, esa ola homicida tiene un nombre y un apellido, Winifred Notty, y para conocerla mejor, en profundidad, les invito a que se adentren en la última novela que ha escrito Virginia Feito titulada: Victorian Psycho (Lumen, 2025). A las puertas de la mansión de Ensor House, en Yorkshire, llega una nueva institutriz (que no niñera), la anteriormente citada Winifred Notty, contratada por los ricos señores Pounds. Una mansión antigua, arcana, cuasi medieval, en mitad de los valles de Yorkshire, un lugar tan alejado de Londres, resguardado y tranquilo en donde nadie podría oír tus gritos. Un lugar ideal en donde Winifred podrá educar a los dos hijos del matrimonio, Andrew y Drusilla… aunque en verdad nadie, ni los señores ni los criados, saben el motivo real de por qué está allí, qué es lo que busca entre aquellas frías paredes y por qué tras su imagen de hielo se adivinan unas oscuras nubes preñadas de terror, locura y sangre que están a punto de descargar, como lágrimas, sobre las vidas de los hipócritas habitantes de Ensor House.
Y nada más poner los pies en aquella gran mansión nos adentramos en un universo sofocante en donde el peligro acecha en cada esquina por donde merodee la enigmática institutriz. El libro de Virginia Feito, además de ser un hibrido entre un thriller, una historia costumbrista, de época o un relato de terror a la antigua usanza, entre otros ingredientes, todo ello sazonado con una buena ración de humor y una pizquita de gore, es una novela en donde sentimos desde el principio agobiados, asfixiados por el ambiente de las paredes recargadas hasta la nausea, o por el frio de las losas de algunos pasillos que parecen meternos de lleno en la húmeda cripta de un ancestral castillo abandonado. Ensor House, un mundo lleno de contrastes y en el que todo el tiempo estamos a la espera de que la venganza de Notty se cumpla. ¿Cuándo? Pues cuando ella lo desee, sin prisa pero sin pausa. Todo a su tiempo. Ya lo dice ella al poco de comenzar la novela:
Estamos a principios de otoño, el frío no se ha hecho esperar, y dentro de tres meses todos los habitantes de esta casa estarán muertos.
En concreto la
fecha del la eclosión mortuoria será en las fiestas navideñas, y hasta ese
momento la mansión se llenara de hechos enigmáticos que conducirán con paso
seguro a un abismo de locura de sesos y sangre. La protagonista, podríamos
decir, es un sosias de otro asesino en serie de otro tiempo lejano, y de otra
línea temporal y ficcional: Hannibal Lecter. Al igual que éste psicópata,
Winifred Notty se sacia, literalmente, con el ansia de sangre y carne que
producen sus asesinatos y se recrea en el ambiente de elegante putrefacción
tanto mental como sensorial. Además, al leer la novela Victorian Psycho me ha parecido detectar que la institutriz sufre
de una enfermedad conocida como insensibilidad congénita al
dolor la cual es una condición genética (presente al nacer) en que no se puede
percibir el dolor físico. Y esta insensibilidad le vendrá perfectamente para ir
cometiendo todo tipo de atrocidades y analizarlas sin caer en la trampa de la
moralidad, como si realizara un inocente experimento en un laboratorio. Es
desde luego un personaje fascinante a la par que peligroso, un verdadero ángel
de la muerte que los inconscientes dueños de Ensor House han dejado entrar en
sus vidas.
Pero esa aparente y letal apatía de Notty, ese ver las acciones y
momentos desde la barrera, ser mera espectadora acerca de los asuntos que
ocurren entre las paredes donde ella mora, sirve al lector para comprender como
es aquel microcosmos victoriano en donde todas las inmoralidades de su tiempo
están a la orden del día: maltrato a los niños, desdén hacia las mujeres que
continuamente han de doblegarse bajo la sombra del patriarcado más duro e
inflexible, vejadas como si fueran menores intelectualmente, los abusos que sufren los criados y demás
trabajadores de la casa… Virginia Feito le mete una buena patada a la sociedad victoriana
en la que viven los personajes de la novela, además de dejarnos de vez en
cuando referencias culturales y científicas de aquellos tiempos y que serán
esenciales para comprender el horror que el lector se va a encontrar entre sus
páginas. Y a todo ello el lector también sabrá apreciar los pequeños homenajes
a escritores de aquellos tiempos como por ejemplo Charles Dickens y su Canción de Navidad o extrapolaciones de
otros iconos literarios como son la corrupción de la Casa Usher de Poe, o los
cuentos de fantasmas a lo Henry James que cuentan los criados en las cocinas la
Noche de Navidad mientras sus amos se atiborran como cerdos (sic) en el piso de
arriba del Gran Salón.
La pregunta, por tanto, que recorre Victorian Psycho todo el tiempo es: ¿Quién es Winifred Notty y por
qué está obsesionada con los habitantes de Ensor House? Al igual que hace
Virginia Feito en algunas partes del libro en los que la protagonista rompe la
cuarta pared te digo, caro lector, que para eso te vas a tener que leer la
novela de cabo a rabo (ahora te estoy guiñando un ojo), aunque te advierto que
cuando pongas los pies en esa alocada mansión de Yorkshire abandones toda
esperanza de volver sobre tus pasos ya que el horror y la buena literatura te
va a enganchar desde el primer momento y no te va a abandonar hasta el último escalofrío del día de Navidad.
Nota final: señalar que éste es el primer libro que leo de esta
autora tan cotizada dentro de nuestro país como fuera de ella, y que ahora me
arrepiento de no haber leído su obra anterior La señora March (espero solventarlo muy pronto) Por ello, y para
que se vea el exitazo y calidad que desprenden sus escritos, les dejo un
cotilleo hollywoodiense pues en estos momentos en los que escribo esta humilde
reseña se está rodando la película basada en la última novela que les he
señalado (con Elizabeth Moss como protagonista) y que la autora ya ha firmado
igualmente para rodar en un futuro Victorian
Psycho. En verdad las productoras se rifan sus libros por la calidad que
desprenden.
Virginia Feito, Victorian Psycho, traducción de Gemma Rovira Ortega. Barcelona, Lumen, 2025, 216 páginas.
También podéis leer mi reseña en la página de Hislibris: https://hislibris.com/victorian-psycho-virginia-feito/
