lunes, 15 de abril de 2013

LA TURBIA HISTORIA DE RASKA -YÚ

En 1943 el compositor y músico Bonet de San Pedro, más conocido como el Marqués de la Ensaimada, estaba arrasando en las radios españolas con el cómico fox-trot titulado Raska- yú. Pero incomprensiblemente la censura prohibió esta canción por considerar que hacía claras alusiones al caudillo y por su humor necrofílico. El ala dura del franquismo consideraba que el susodicho Raskayú era un trasunto del Generalísimo y que el compositor estaba haciendo befa y escarnio de su persona. Nada más alejado de la realidad, pero en lo que si acertaban un poco los negros censores era en hallar entre los versos de la canción ciertos elementos oscuros relacionados con la muerte. Esta última parte tiene miga pues la historia que hay detrás de esta composición es digna de contar.

Para empezar se piensa que Bonet de San Pedro no fue tan original al componerla ya que se le acusa de claro plagio en América, tanto en el Norte como en el Sur del continente. Los estadounidenses creen que el compositor oyó una canción que aparecía en un cortometraje de Betty Boop conocida como I’ll be glad when you’re dead rascal you y la copió tal cual, solo modificando la letra. En cambio otros ven el plagio en un viejo bolero titulado Boda Negra compuesto por Alberto Villalón. Pero lo curioso de esta acusación es que el autor del bolero parece que también se inspiró en un poema del lírico colombiano Julio Flórez.

No esta claro pero se cree que el poeta le contó una vez a Alberto Villalón una historia de muertos que pudo ser el germen de este embrollo de copias musicales. Ésta dice lo siguiente: Francisco Caamaño de Carderas era un poeta que escribía artículos en los periódicos y que estaba enamorado de Irene Gay, de dieciocho años. Pero el destino que prometía ser tan brillante para ambos se torció pronto pues la prometida del escritor murió muy joven de tuberculosis. Ella había pedido a sus familiares que la metieran en el ataúd con el traje de novia y un ramo de rosas blancas que deseaba llevar en su boda. Fue enterrada en el llamado Tramo de los Pobre, de la Necrópolis de Colón (La Habana), pero tres años después su cuerpo tuvo que ser exhumado para ser trasladado al osario familiar. Aunque era practica normal, nuestro poeta fue a reclamar el esqueleto de su amada con el pretexto de que era para donarlo a la ciencia pero se encontró con la negativa de los sepultureros y las autoridades civiles los cuales alegaban que los muertos que habían fallecido por enfermedades contagiosas debían quedarse en el cementerio para no contagiar a los de fuera. Pero Francisco no se conformó con lo que le habían dicho y recurrió a un médico amigo suyo y con una carta escrita suya y un suculento soborno consiguió llevarse el cuerpo a su casa. A partir de aquí hay dos versiones, pues unos opinan que el poeta en su locura necrofílica se casó con el esqueleto de Irene, mientras que otros creen que solamente lo había guardado en una caja para juntarlo con el suyo cuando él falleciera.

Sea una cosa u otra parece que a los vecinos no les gustaba tener a una muerta como vecina, por lo que denunciaron al poeta a las autoridades competentes acusándole de que hacía practicas sexuales con los huesos y de que hacía también extraños ritos con ellos. Antes de que lo detuvieran puso tierra de por medio y tiempo después le contó al poeta su historia, quien a la vez se la narró al compositor Alberto Villalón, y, ¡quién sabe! si también le llegó a “inspirar” a Bonet de San Pedro para escribir el marchoso baile de Raska- yú.