lunes, 22 de abril de 2013

UNA DIETA "REAL"

Se dice que Sancho I de León, también conocido como “El Craso” o “El Gordo” pesaba alrededor de 220 kilos y hacía 7 comidas diarias de 17 platos como mínimo, compuestas en su mayoría de carne de caza. Esta obesidad mórbida fue uno de los motivos que produjeron el rechazo de gran parte de los nobles leones que levantaron un ejército con tropas castellanas y leonesas con Fernán González al frente las cuales hicieron huir al rey para poner en el trono a Ordoño IV.

En su exilio el rey Sancho pidió auxilio a su abuela Toda de Pamplona la cual hizo un pacto con Abderraman III para que el rey hiciera una terapia de adelgazamiento en Córdoba, y así recuperar la agilidad perdida. Sancho se puso en manos de un médico judío de la corte califal Hasday ibn Saprut quien le configuró la dieta de la siguiente manera: le tuvo 40 días a base de infusiones sin probar ningún alimento mientras, en ayunas, antes del amanecer, le hacía subir descalzo a una colina de la serranía cordobesa para que allí recogiera unas plantas que, al regreso, se las tenia que frotar por todo el vientre.

Como quiera la cosa, el rey Sancho adelgazó hasta alcanzar los 90 kilos, más o menos. En cuanto se sintió recuperado montó a caballo y, junto a un contingente de soldados pamploneses y musulmanes, consiguió recuperar el reino de León en el 960. Y es que no hay mayor motivación para bajar unos kilitos de más que ver como a uno le quitan el trono.