lunes, 13 de mayo de 2013

EL PARCHE DE LA ÉBOLI

Desde su más tierna infancia Ana Mendoza de la Cerda (1540-1592) más conocida como la Princesa de Éboli, fue muy aficionada al mundo de los hombres, debido tal vez a que fue hija única de don Diego Hurtado de Mendoza y de la Cerda quien siempre quiso tener un hijo varón. A Ana le encantaba la caza, sobre todo la cetrería, montar a jineta sobre un caballo y batirse en duelo. Y es de esta afición de donde le vino la pérdida de su ojo derecho. Un día en que su padre no estaba en el hogar le entraron ganas de ejercitarse, y no estando su progenitor ni su maestro de esgrima, rápidamente mandó llamar a un paje para que le sirviera de oponente. Pues bien, en cuanto lo tuvo delante ella arrancó con furia pero con la mala suerte de que tropezó con el dobladillo de su falda y cayó hacia delante golpeando justamente con su ojo la punta del florete del paje. Ello le supuso la perdida inmediata de ese ojo. Aun así, al revés de lo que todo el mundo pensó en un principio aquella tara supuso para ella una ventaja pues la volvió más enigmática e interesante. Incluso se sabe que le gustaba combinar el parche de su ojo con el color de su traje o colgar una perla en él.

En cambio existen otros historiadores que opinan que el uso del parche no se debía a un accidente con un florete o coz de caballo, sino que lo utilizaba por que era tuerta o estrábica. Sea una cosa u otra la utilización del parche no le restaba belleza sino al contrario la hizo más apetecible y misteriosa en el fascinante universo de la corte española.