lunes, 29 de julio de 2013

RESEÑA: OPERACIÓN VALKIRIA - Jesús Hernández



Eine Frage der Ehre (Es una cuestión de honor)

Hay fechas para la historia. Hechos importantes que han ocurrido y que han servido de eje o cruce hacia un nuevo camino en el devenir humano. Pero aun así junto a ésos también existen otros fallidos que por desgracia no han podido ser transitados por los hombres y que si hubieran sido abiertos con éxito tal vez nuestra propia historia habría sido muy distinta a como es ahora. Muchas han sido aquellas fechas, y aunque es cínico jugar a la ucronía con ellas, entre todas destaco una, el 20 de Julio de 1944. Un día que podría haber salvado de la ignominia el futuro de Alemania y de los alemanes que todavía hoy siguen soportando el duro yugo de la vergüenza. Aquel día, justamente a las 12:42 horas de un soleado día estival podría haberse convertido en el primero del final de la Segunda Guerra Mundial. Pero los hados, los dioses o la fortuna, no quisieron que fuera sí.

Despejemos la duda, dejemos de jugar al gato y al ratón, y abramos el telón a una triste historia de honor y rendición: el frustrado intento de asesinato contra Hitler. Aquel que más se acercó. Al igual que el titulo del libro que humildemente principio a reseñar, este acto suicida a la vez que valiente tuvo el mismo nombre en clave: Operación Valkiria, ensayo escrito por el experto en Segunda Guerra Mundial Jesús Hernández y editado por Nowtilus en su interesante colección Historia Incógnita. El autor nos invita a recorrer los motivos que llevaron a un grupo de conspiradores y eminentes generales a querer matar al Führer en aquella fría Guarida del Lobo (Wolfschanze) cercana a la localidad de Rastenburg (hoy llamada Ketzryn, Polonia) aquel mes de Julio de 1944. Jesús Hernández no comienza su laborioso trabajo de la nada sino que engloba todo esta aventura temeraria poniéndonos en antecedente sobre la “historia” de los movimientos subversivos contra Hitler y el movimientos nazi en general, pues no todas las personas que vivían en aquella Madre Patria Alemania estaban de acuerdo con el ascenso de aquel cabo austriaco ni con su manera de enfocar su política totalitaria. En un principio estos movimientos contrarios a Hitler destacan sobre todo por formaciones ideológicas de izquierdas o estudiantiles como por ejemplo la Rosa Blanca o la Swinjugend, los famosos Jóvenes Swing. A la vez junto a estos movimientos pacíficos e intelectuales antes de la guerra mundial esta resistencia también estuvo trufada de un buen puñado de intentos fallidos de asesinato que por azares de la fortuna nunca llegaron a buen puerto, lo que hacia que en la alocada mente del Führer se fuera fraguando este lema: “¡Soy invulnerable, soy inmortal!” Forjándose así una especie de leyenda y baraka tan injusta como frustrante a los ojos de aquellos que querían acabar con él.



Pero aquellos intentos frágiles y algo espontáneos cambiaron con la llegada del año 1941 y la invasión a Rusia en la Operación Barbarroja, además de la entrada de Estados Unidos en la contienda después de Pearl Harbour. Como curiosidad, el retroceso de los alemanes después de Stalingrado propició una nueva mentalidad a los conspiradores quienes vieron como trágica la derrota futura alemana, pero no por patriotismo nazi sino porque si no actuaban rápido y de manera algo más ordenada, más marcial, las también futuras opciones de una paz pactada con rusos y aliados serían efímeras. Desde 1941 los generales y oficiales tomaron, por tanto los mandos golpistas, ya que por un lado comenzaban a crecer una conciencia militar de descontento con los resultados suicidas de la guerra, y por otro lado se veían impotentes y en algunos casos arrojados a observar las barbaries que la Gestapo y las SS hacían con los judíos. Se avergonzaban al constatar que aquellos holocaustos no eran propios de alemanes. Pero aunque estos nuevos conspiradores eran militares de nuevo la suerte estaba con Hitler pues muchos intentos de atentados fueron frustrados por la inexperiencia o la mala suerte, como por ejemplo el intento de Trescow de 1943 de hacer volar el avión del Führer con una bomba alojada en una botella de Cointreau. Incluso después de la explosión fallida tuvo que ir el mismo a Rastenburg a buscar aquel “regalito” especial. Así que es comprensible que el mismo Trescow gritara con ira: “¡El día de matar a ese canalla nunca llega! ¡Cada vez es toda más inútil! ¡Cada vez algo sale mal!”.

Los meses pasaban y el círculo de militares golpistas se cerraba y se hacía más pequeño ya que cada dos por tres muchos eran detenidos. No quedaba nadie que fuera cercano a Hitler… pero entonces surgió la figura mutilada de Claus von Stauffenberg. El plan Valkiria despertó como el fénix de las cenizas y de manera más metódica se preparó la caza del lobo de Rastenburg. Esta operación preveía poner en alerta al Ejército de Reserva y convencerlo de que la Gestapo o las SS se habían rebelado y habían intentado acabar con la vida de Hitler, para de esta manera conseguir el control de las zonas neurálgicas de Berlín. Stauffenberg, como nuevo coronel y jefe del Estado Mayor del comandante del Ejercito Interior, el general Fritz Fromm, sí tenía permiso para estar en las reuniones La Guarida del Lobo. Todo era cuestión de que consiguiera colar un explosivo al lado de Hitler y hacerle volar por los aires. Si todo saldría bien una representación eminente de militares se pondría al frente y pasado un tiempo derivaría en un estado civil que lograría una paz honrosa para Alemania.

Stauffenberg lo intento en varias ocasiones pero su mayor logro lo consiguió aquel 20 de Julio de 1944 cuando, advertido por una llamada de teléfono, dejó la sala de conferencias de la Guarida y, tras dejar la maleta explosiva al lado de Hitler, se alejó del complejo para no morir en el atentado. Minutos después, a las 12:42 horas el mortífero artefacto hizo explosión y la Operación Valkiria se puso en movimiento… pero fracasó pasadas unas horas. Aunque parezca increíble, de nuevo la suerte estuvo de parte del Führer, pues aunque muchos que había en la reunión murieron en un mar de sangre el solamente sufrió quemaduras en la pierna derecha, un brazo dolorido y cortes en la frente. Le tuvieron que sacar de la pierna un total de cien astillas. La indecisión de los generales golpistas, la diligencia de un comandante nazi Otto Ernst Remer que no se trago el engaño, y las comunicaciones entre Goebbels con Hitler hacen que toda la operación se venga abajo y los complotados con Stauffenberg a la cabeza, quien será fusilado a medianoche,  sean capturados y masacrados por el rodillo vengativo nazi.



Podemos echar la culpa a la mala suerte, la no muerte de Hitler, y las cuatros horas de indecisión para comprobar la muerte del Führer, pero analizados los hechos fríamente nos damos cuenta que desde el principio este intento de golpe de estado estaba condenado al fracaso ya que por un lado los conspiradores eran excelente y eminente militares pero no unos asesinos de bomba a distancia. Estaban preparados para mandar ejércitos y soldados a la muerte, pero no para un atentado tipo anarquista. Y además, por otro lado, hay que pensar que se centraron en la parte central de la operación pero cifraron la suerte posterior del Reich en puras brumas ya que pretendían una extirpación casi quirúrgica y sana del Jefe de Estado nazi sin prever el colapso que eso llevaría en las demás instituciones y demás fanáticos nacionalsocialistas. Así que después del atentado y la muerte de Hitler ¿qué?

Todos y cada uno de los hechos, puntos importantes, personajes y consecuencias de la Operación Valkiria están narrados de manera precisa e inteligente por Jesús Hernández. Con una escritura directa nos enseña como se desarrollo todo este movimiento interno dentro del Tercer Reich y muestra también como no todos los alemanes fueron nazis fanáticos, llegándose el caso de no dudar en derramar su sangre para vencer al tirano, al dragón que amenazaba con su locura con quemar el mundo entero. Stauffenberg fue uno de aquellos San Jorges que no titubearon al luchar contra aquel ser endemoniado sintiéndose orgulloso de su muerte pues sabía que si triunfaba conseguiría lavar el honor de Alemania para alcanzar un mundo mejor en una tierra de lágrimas y ciudades devastadas.

Ya es hora de que se haga algo contra Hitler. Pero el hombre que tenga el valor para hacer algo tendrá que hacerlo sabiendo que pasará a la historia de Alemania como un traidor. Claro que, si no lo hace, será un traidor a su propia conciencia.

(Claus Von Stauffenberg)