jueves, 14 de noviembre de 2013

¿CUÁNTAS ESPADAS TUVO RODRIGO DÍAZ DE VIVAR “EL CID”?



Según cuenta la tradición (y a buen seguro lo saben nuestros padres que tanto se lo remacharon en la escuela) un total de dos: la Tizona y la Colada. La más conocida es la primera. Su nombre original es “La Tizón” y ya aparece en el Cantar del Mío Cid. Parece ser que Rodrigo Díaz de Vivar, alias El Cid (titulo señorial en árabe), alias Campeador, es decir el que campa o recorre por los campos de batalla, adquirió esta espada en el botín que consiguió arrebatar al moro Bucar cuando ganó Valencia. Tiempo después La Tizona pasó en herencia a sus yernos, los Infantes de Carrión, que demostraron no ser dignos de ella cuando llevaron a las hijas del Cid, doña Elvira y dona Sol, al robledal de Corpes y, tras atarlas a los árboles, las fustigaron hasta dejarlas medio muertas. Este episodio es conocido, sobre todo en literatura, como el de la Afrenta de Corpes.

Así pues Rodrigo recuperó su espada y esta vez se la regaló a otra persona de más calidad, en concreto a su sobrino Pedro Bermúdez. El cual debido a la fama de esta espada ganaba todos los duelos por renuncia del oponente que no osaban enfrentarse al dueño de ella, pues la veían tan invencible como la Excálibur del Rey Arturo. Actualmente, a pesar de las discrepancias de los historiadores, podemos verla en la Catedral de Burgos. En tal excelso lugar podemos ver una espada que pesa 1,153 kilogramos, y que mide 933 mm por 43 mm de ancho. En el centro de su acanaladura podemos leer la siguiente leyenda:

IO SOI TIZONA QUE FUE FECHA EN LA ERA DE MIL E QVARENTA

(Yo soy Tizona que fui hecha en la Era de mil e cuarenta)… la traducción es obvia.

Mientras que en la cara opuesta reza el siguiente lema:

AVE MARIA GRATIA PLENA DOMINUS MECUM

Sea una pieza más del tesoro que regaló Yusuf ben Texufin al moro Bucar; una espada verdadera del siglo XI; o una pieza del siglo XV… creo, hemos de admirar tal retazo de historia y valorarla como se merece, es decir, como un auténtico testimonio de una época en que las leyendas y la gloria se fundían en el brillo de una espada.