viernes, 10 de enero de 2014

LOS CUERVOS DE LA TORRE



Dice la tradición que cuando los cuervos abandonen la Torre de Londres, una gran calamidad se cernirá sobre todo el Reino Unido. Es por eso que el rey Carlos II (1630 – 1685) tras ser asesorado por su astrónomo real decretó que debía haber como mínimo seis aves de este tipo morando en este lugar. E incluso durante los peores momentos de la historia de Inglaterra siempre estuvieron allí. Al pie del cañón. Por ejemplo durante la Segunda Guerra Mundial solo uno de ellos sobrevivió a los salvajes bombardeos que los alemanes infligieron a la ciudad de Londres por lo que Winston Churchill decidió adquirir más (no fuera a ser que se cumpliera la profecía) y otorgarles el rango de soldados del Imperio Británico con todos los beneficios y deberes que conlleva. De momento siguen ahí dando saltitos en las almenas por lo que los ingleses pueden estar tranquilos…

Pero, inevitablemente, hablar de la Torre de Londres y de sus cuervos es hablar de uno de los personajes más peculiares que existen entre sus muros: el Maestro Cuervo. Es un hombre que viste un traje parecido al de los Beefeaters, o guardianes de la Torre, pero totalmente de negro coronado con un estrafalario sombrero de copa del mismo color. Su función en la Torre es la de cuidar a los cuervos, alimentarlos, cuidar a sus crías, observar si existe superpoblación de ellos y si la hay mandarlos a otras partes del país, vigilar los cortes de sus alas (las tienen recortadas para que no vuelen y solo anden dando saltitos de acá para allá) y enterrar a los que mueren. Si alguna vez acuden a visitar la Torre no se olviden de ver el ritual nocturno del Maestro Cuervo, pues hace que el cuervo macho se encare con él y muestre su orgullo abriendo las alas. Acto seguido el Maestro y su cuervo se graznan mutuamente y al terminar el pájaro le abandona marchándose con su camada a dormir. Hasta el espectáculo del día siguiente.

EL ZOOLOGICO DE LA TORRE DE LONDRES

Con la ampliación de la Torre en el siglo XIII, el lugar se convirtió en una verdadera fortaleza donde no solo habitaron reyes sino también los propios animales del rey llegando a tener su propio zoológico particular con más de 280 animales de distintas razas. Por ejemplo, entre sus muros se empezaron a oír los temibles rugidos de tres leones del Atlas, que fueron posteriormente modelo de los que aparecen esculpidos en Trafalgar Square o en el escudo real, o a recibir por parte de los caballeros cruzados que regresaban de oriente un elefante al cual le daban de beber cuatro litros de vino al día para que no pasara frío (menuda cogorza debía llevar el pobre). Incluso hubo un oso polar noruego al que dejaban pescar, sujeto a una cuerda, en las gélidas aguas del Támesis.

Fueron pasando los siglos y el número de animales que tenía el zoo fue aumentando. En el siglo XVIII este lugar era muy famoso y cualquier persona podía ir a visitarlo pagando tres medios peniques por la entrada aunque esta te salía gratis si llevabas algun perro o gato para que se lo comieran los leones. Pero ya en el siglo XIX se decidió cerrar esta Casa de Fieras pues en 1828 se creó el primer  el primer zoológico público de Londres trasladándose allí los animales que había en la Torre.