sábado, 11 de enero de 2014

A LA PRIMERA Y SIN PERMISO



Hubo otras épocas de la Historia en que los escritores y compositores también sufrieron la tan temida piratería cultural. Guardaban celosamente sus partituras y manuscritos para que nadie se los copiase, pero al igual que ocurre ahora existen genios que no tienen miedo a las prohibiciones. Uno de ellos fue Mozart (1756-1791). Cuando era joven viajó a Roma junto a su padre, y nada más llegar a la Ciudad Eterna fueron invitados a un concierto en el que se interpretaba el Miserere de Giorgio Allegri. Esta pieza era una de las favoritas del papa Clemente XIV, y con tanto celo la guardaba que si alguien se atrevía a copiar o interpretar la obra sin su permiso podía incluso ser ejecutado. Pero a Mozart esta prohibición no le decía nada pues al volver del viaje, en cuanto estuvo en Viena la reprodujo nota a nota, sin partitura, ¡y solamente la había escuchado una vez! El padre de Mozart estaba aterrado pues ya veía a su hijo ahorcado de un árbol pero sus temores fueron inútiles ya que cuando el Papa se enteró de este prodigio en vez de castigar al joven genio le nombró Caballero de la Orden de la Espuela de Oro.