viernes, 28 de marzo de 2014

EL NIÑO Y EL ZORRO DE ESPARTA



Hasta los siete años los niños espartanos vivían con su familia, pero entre esa edad y los dieciocho años pasaban a depender del estado y eran educados en una especie de escuela militar llamada agoge. Los jóvenes vivían en barracones colectivos y eran vigilados continuamente por un eiren o joven cadete. Eran rapados, y se les quitaba cualquier lujo que llevaran permitiéndoles solamente vestirse con una túnica de tejido basto. Allí, además de aprender técnicas militares y artes marciales, también les enseñaban oratoria lacónica, gramática, música, danza, y curiosamente, el arte del robo. Aunque parezca raro los instructores les incitaban a robar en el mercado y si eran sorprendidos in fraganti eran fuertemente castigados, pero no por el hecho delictivo en sí sino por haber sido torpes en el momento de sustraer la mercancía.

Cuenta la leyenda que tanta era la importancia del honor para un espartano que un día un niño espartano buscando comida robo una cría de zorro que un ciudadano guardaba en una jaula. Cuando se la estaba guardando bajo la túnica fue llamado a filas junto con sus compañeros. Mientras corría para no llegar tarde, el animal, nervioso por los movimientos de su nuevo dueño, comenzó a mordisquearle la tripa y hacerle sangre, y aunque el niño sentía mucho dolor no dijo nada. Al llegar a la formación los instructores se fijaron en que el joven pupilo tenía la túnica enrojecida y la sangre le bajaba por las piernas. Enseguida le ordenaron que se levantara la prenda pero él no quiso hacerlo para que no le descubrieran el robo. Al cabo de un rato cayó desmayado al suelo muriendo desangrado. Este joven espartano prefirió morir a contravenir las duras leyes de su ciudad.