Si alguna vez
les preguntan de que tonalidad es el color “pulga” no duden en responder que es
una mezcla de colores marrones, del más claro a más oscuro. Esta era la
respuesta correcta para poder sobrevivir dentro del mundo de la moda versallesca
a finales del siglo XVIII, pues la inventora de este fantasioso color fue la mítica
reina María Antonieta. Un día, en uno de los muchos bailes que había en
palacio, no se le ocurrió otra cosa que presentarse delante de todo el mundo
con un vestido decorado de esta guisa. Cuando le preguntaron de qué color era
ella, toda risueña, dijo que era de “color pulga”. Y tanto gustó a la nobleza que
desde aquel día no había dama en la corte que no encargara a su sastre
particular vestidos decorados exclusivamente con esa tonalidad. Fue una época
de bonanza para los sastres ya que incluso en sus catálogos había distintas
clases de color pulga, como por ejemplo el “pulga joven”, “pulga vieja”,
“vientre de pulga”… y así un sin fin de diseños distintos.
Pero el afán
modista de la reina no paró ahí pues cuando se cansó de aquel color se inventó
otro combinando el marrón y el amarillo al que llamó caca de Duphin o merde d´oie (caca de oca).