Durante los
cuarenta años que estuvo Francisco Franco como Jefe de Estado de España, uno de
los motes que le pusieron (y que nadie se atrevía a decirle a la cara) era Paco Rana, ya que muchas veces aparecía
en el NO-DO inaugurando presas y pantanos por toda la Península para acumular
agua y así evitar la dureza de las sequías, o como él decía en sus discursos
“la pertinaz sequía”. Pero aun así que nadie piense que Franco estaba siempre
inaugurando pantanos todo el día a diestro y siniestro, sino que también
estrenaba otros complejos como por ejemplo centrales eléctricas. Y es
justamente en éstas donde se desarrolla la historia que principio a contarles.
Se cuenta que el día de la inauguración de una central eléctrica en el Pirineo
uno de los periodistas que cubrían el evento acabó perdiéndose por las entrañas
de aquel mastodóntico lugar. Y lo peor de todo es que mientras buscaba la
salida acabó yéndose la luz. Al darse cuenta de la gravedad de la situación no
se le ocurrió otra cosa que decir en alto: “Pues me he perdido y ahora a ver
cómo salgo de aquí”. Al instante, una voz dijo cerca de su oído: “Lo mismo
digo. No se preocupen, ya vendrán”. Efectivamente, al poco rato volvieron a
encenderse las luces y el periodista se quedó asombrado al descubrir que su
misterioso acompañante no era otro que el Caudillo el cual también se había
perdido.