¿Es un pájaro, es un avión? No..es ¡Superman!
10 de Mayo de
1945. La Segunda Guerra Mundial está a punto de acabar y para celebrarlo varios
soldados americanos se dedican a vaciar la despensa privada de Hitler en su
retiro del Nido de Águila, cercano a la localidad de Berchtesgaden, en los
Alpes bávaros. Cientos de botellas circulan de mano en mano, pero cuando uno de
ellos acude a uno de los estantes a coger otra, observa que este licor tan caro
está envuelto en un papel, que por lógica nunca tendría que haber estado allí:
un cómic americano de los años 30. Y aunque parezca que esta curiosidad no
tiene nada que ver con el libro que principio a reseñarles, les indico que es
el mejor ejemplo que se puede encontrar para mostrar que el idioma de las tiras
gráficas es verdaderamente universal y que va más allá de fronteras e
ideologías. ¿Qué podía hacer allí, en el santuario nazi por excelencia, un
cómic de superhéroes o tal vez de gangsters del más crudo Chicago? Me gusta
imaginarme que tal vez su dueño fuera un edecán teutón, de rubio pelo cortado a
cepillo que a escondidas le gustaran los cómics prohibidos por el régimen. Por
tanto, como se puede ver, este tipo de ilustraciones, tebeos, o novelas
gráficas como les gusta llamarse ahora, siempre han estado ahí, ya sea en
tiempos de paz, o de guerra, y que por razones equivocadas o por falso
paternalismo no les hemos tenido tan en cuenta como otras manifestaciones
artísticas. Se puede pensar que es solo una lectura para niños y que cuando uno
se hace mayor esta hasta mal visto que le pillen con uno de ellos en la mano.
Que equivocados estamos, pues el devenir de este gran género desde finales del
XIX hasta hoy es tan impresionante que se merece uno de los mejores y más
completos ensayos sobre este tipo. Y es lo que ha hecho el escritor Gerardo
Vilches en su obra Breve Historia del
Cómic, editado por Nowtilus. (Continua)
El autor
presenta en este ensayo un recorrido cronológico de la historia del cómic desde
sus tímidos comienzos hacia finales del siglo XIX hasta la consolidación de
este género que engloba desde la tira cómica hasta el cómic más serio, como por
ejemplo obras maestras como Maus, de
Art Spiegelman, o Persépolis de
Marjane Satrapi. Gerardo Vilches, nos señala que aunque ya se habían dado
algunos ejemplos de este tipo de dibujos en siglos anteriores y que gran parte
del éxito del cómic se deba al invento de la imprenta o a la impresión de
grabados humorísticos, su verdadero nacimiento hemos de buscarlo en su reproducción
en masa durante la eclosión de la prensa, como ya he indicado anteriormente en
el XIX y finales del XX. Por tanto el dibujo y el diario escrito, al principio,
siempre fueron de la mano. Los grandes empresarios del medio se dieron cuenta
del poder de las tiras cómicas e instauraron secciones fijas para ellos dentro
de sus páginas. Pero este boom no solo se da en Estados Unidos sino que a la
vez es importado a otras latitudes ya que en Japón se produce el nacimiento del
manga (que significa dibujo grotesco)
y en Europa países como Francia, Bélgica o España ven como dibujantes de prensa
comienzan a despuntar con trazos vigorosos a la vez que sublimes e
inteligentes.
En los años 30
aparece un formato nuevo de cómic que se separa del ámbito de la prensa
escrita: los cómic-books o revistas dedicadas
exclusivamente a este mundo. Forma que todavía hoy sigue vigente. Surgen de la
noche a la mañana nuevas editoriales que ofrecen un sin fin de nuevos
personajes ya sean superhéroes como Superman o Batman o aventuras, crímenes y
misterios sin resolver. Y junto a estos nuevos dibujos, sus creadores, los
dibujantes empiezan ya a ser reconocidos en todo el mundo. En América destacan
por ejemplo Will Eisner, Schulz, en Europa Gosciny, Herge; Tezuka, el dios del
manga en Japón, o los precisos fumeti
italianos de Bonelli. Y aunque en los años 40 el cómic sufre altos y bajos no
solo de producción sino también de imaginación a partir de entonces el cómic ya
se asienta definitivamente entre nosotros pues alcanza tal madurez que sabe
capear cualquier cambio y adaptarse perfectamente a ellos con gran variedad de
temas y dibujos, ya sean de tipo underground,
realistas o simples líneas de comunicación. Hasta tal punto el cómic se ha
convertido en un cuarto genero que en la actualidad cualquier autor de tebeo es reverenciado no solo como
dibujante sino también como escritor. La auténtica pasión de un escritor o guión
cinematográfico se funde con las pincelas de los maestros de la novela gráfica.
A través de las
páginas de Breve Historia del Cómic,
podemos observar gran copia de géneros, dibujantes y editoriales que a
cualquier lector amateur (como ha sido mi caso) le hará quedar sin resuello,
pues apreciará el trabajo que existe para crear un cómic es impresionante pues
son muchos los llamados y pocos los elegidos. Uno llega a descubrir un sin fin
de tebeos que hacía años no tomaba muy en serio pero que a partir de ahora verá
lo antiguos que son, la importancia que han tenido (y tienen) y la increíble
historia de los dibujantes que los alumbraron. Este libro tiene no solo la
cualidad de asombrar al lector sino también de ensamblar en un solo tomo un
historia difícil de narrar ya que juntar los distintos tipos de cómic en una
cadena cronológica es bastante difícil. Y Gerardo Vílches lo ha conseguido a la
perfección. Además ha tenido la deferencia de incluir al final una lista de 100
tebeos imprescindibles que hará las delicias de cualquiera que al terminar este
libro quiera adentrarse aún más en ellos. Por ello, ¡enhorabuena al autor! y no
quisiera tampoco olvidarme de la editorial, por haber hecho un trabajo
excelente con la precisa asociación de imágenes y texto, tan necesarias en un
libro que habla del fantástico mundo de los cómics.