Cerca de la
Basílica de Santa María del Mar, en Barcelona, existe una plaza con un nombre
muy bonito El Foso de las Moreras (Al
Fossar de les Moreres). Y si uno se da una vuelta por este sitio encontrara
una placa que reza los siguiente: “Al
Fossar de les Moreres no s´hi enterra cap traidor (En el foso de las
Moreras no se entierra a ningún traidor). Que extraño ¿no? ¿A qué o quien se
referirá? Para conocer la respuesta hemos de viajar unos siglos atrás,
precisamente a la mismísima Guerra de Sucesión Española, cuando las tropas borbónicas,
al mando de Felipe V, asediaron la ciudad de Barcelona en Septiembre de 1711.
Parecer ser que un enterrador llamado Jordi fue el encargado de dar sepultura
en el Fossar de les Moreres a los fallecidos en la contienda. Un día, mientras
se ocupaba de tan triste labor, se encontró entre los muertos a su propio hijo,
que en contra de la opinión de su padre había luchado en el bando contrario. Éste,
al ver el rostro de su primogénito, se le saltaron las lágrimas, pero en vez de
enterrarlo con mimo y ternura, arrojó el cuerpo a las afueras del improvisado
cementerio y con rabia dijo que en ese lugar no había sitio para traidores.
Muchos años después el poeta Frederic Soler (1839 – 1895) narró este episodio
con un poema que comienza con los versos: “Al
Fossar de les Moreres no s´hi enterra cap traidor”.