Sobre el origen
de esta expresión, que viene a significar que alguien se queda frustrado al no
conseguir su objetivo, existen distintas hipótesis. Vayamos por partes. La
primera, que es la que más adeptos tiene, nos remonta a la Valencia medieval y
a la forma que tenían sus murallas. Estaban construidas de forma semicircular,
y parece ser que los guardianes tenían órdenes de cerrar sus puertas a las diez
de la noche. Por lo que si alguien llegaba un poco más tarde de esa hora se
encontraba con el recinto cerrado quedándose chasqueado, y a oscuras, frente a
una muralla que le recordaba la forma de la luna. Otros en cambio opinan que su
origen es posterior, de la época en que se produjo la expulsión de los moriscos,
es decir, en el siglo XVI. Cuentan las crónicas que fueron muchos los que
llegaron frente a sus murallas, y según parece ante tal avalancha de gente no
había suficientes barcos para todos. Algunos capitanes les prometieron que cuando
descargaran a sus compañeros en otras costas volverían a por ellos. Cosa que no
sucedió, quedando de esta manera muchos de ellos día y noche, al raso,
esperando a los barcos que nunca regresaron. Y finalmente hay quien sostiene
que “quedarse a la luna de Valencia” es equivalente a la expresión “dejar a la
luna”, que los ladrones utilizan cuando hablan de alguien a quien han
desplumado.