sábado, 12 de diciembre de 2015

LAS LÚGUBRES PROFECÍAS DEL TITANIC



Desde que el 15 de Abril de 1912 el famoso trasatlántico Titánic se hundiera en las heladas aguas del Océano Atlántico son numerosísimas las anécdotas que han rodeado la breve singladura de aquel buque que se creía que ni Dios podía hundirlo. Entre todas ellas destacan, por ejemplo, las que se consideran profecías que anunciaban que ese barco iba a acabar en tragedia. Pasajeros que tuvieron un presentimiento en el último momento y cancelaron su viaje; personas que desde el propio barco enviaron o escribieron notas a sus allegados pensando que algo malo les iba a ocurrir; o incluso profecías literarias que se escribieron años antes y que casi calcan el terrible destino del Titánic. Centrémonos en estas últimas. Según parece en el año 1886 el periodista inglés W. T. Stead publicó un curioso relato titulado The sinking of a modern liner (El hundimiento de un trasatlántico moderno) en el que se narraba como un gran barco zarpa de Liverpool, hace parada para recoger pasajeros en la ciudad de Queenstown y mientras navegaba plácidamente hacia Nueva York choca contra algo en mitad de la noche y comienza a hundirse amenazando la vida de todo el pasaje. Como es de suponer no hay suficientes botes salvavidas para todos y por ello el capitán ha de utilizar su revólver para impedir que los pasajeros de tercera clase se abalancen histéricamente hacia los pocos botes que hay a bordo. Llama la atención que años después fue el propio Stead el que murió en el Titánic engullido por la gélidas aguas del océano.
Y ahora pasamos a la segunda profecía, que seguramente es la más famosa de todas ellas. Al igual que el relató de Stead, años antes del hundimiento del Insumergible, en 1898, el escritor Morgan Robertson publicó un libro titulado Futility, or the wreck of the Titan (Futilidad, o el hundimiento del Titán). El escritor nos habla de un barco llamado Titán, en el que solo se pueden embarcar las personas más ricas que existen y que una fría noche de Abril se estrella contra un bloque de hielo ocasionando que se parta por la mitad y se hunda con todos a bordo. Es curioso que Robertson no solo clave el mes exacto del hundimiento del Titanic sino que también describa que  su trasatlántico tiene las mismas medidas, peso y capacidad que éste. Una coincidencia asombrosa.