domingo, 25 de febrero de 2018

LAS TRIBULACIONES DE UN RINOCERONTE EN MADRID



En tiempos de Felipe II llegó a Madrid un grupo de feriantes portugueses quienes traían consigo una atracción nunca vistos por estos lugares: una abada o rinoceronte. Nada más llegar a la capital del reino montaron una gran carpa en la zona conocida como Eras del Priorato de San Martín (actual calle Preciados, Plaza del Carmen y Gran Vía) para que todo el mundo pudiera ver a tan magnífico animal. Es de imaginarse la sensación que causó entre los madrileños pero hubo uno de ellos que se pasó de gracioso y que por su culpa causó un buen número de desgracias. Un chiquillo quiso engañar al rinoceronte y en vez de darle un pedazo de pan le metió en la boca una brasa ardiendo provocando, obviamente, que el animal atrapara al pilluelo entre sus fauces y lo matara.

Cuando el prior de San Martín se enteró del suceso mandó expulsar a los feriantes, pero ya fuera por la negligencia de los portugueses al trasladar el animal, o porque éste estuviera todavía enrabietado, se escapó de la jaula y comenzó a sembrar el pánico por toda la ciudad. Unos creyeron haberlo visto en el Postigo de San Martín (Plaza de Callao) mientras que los demás en cuanto veían la sombra de un perro o un gato proyectada en una pared corrían asustadas para esconderse en sus casas. La verdad fue que pasado los primeros momentos de confusión el grupo de feriantes junto con algunos oficiales de la Santa Hermandad lograron cercar al rinoceronte en la zona de Vicálvaro y tras una ardua lucha acabaron con su vida. Pasado el tiempo la misma zona de las Eras del Priorato de San Martín comenzó a urbanizarse y donde los feriantes portugueses habían montado la famosa carpa se creó la llamada calle Abada, en donde se puede ver hoy en día en una placa al magnífico mamífero que quiso escapar de Madrid.