Tras la caída de
Berlín nada fue igual. La ocupación de la capital germana por parte del
ejército soviético y por ejército aliado conformó un nuevo mundo dividido en
dos bloques irreconocibles. Ya nada sería igual, pues el ansia de expandir las
ideas políticas y el miedo a ellas crearía un nuevo orden que pondría en
peligro la vida de millones de personas. El escritor británico George Orwell,
autor de libros como 1984 o Rebelión en la granja, fue el primero
que llamó guerra fría a este conflicto silencioso y soterrado, mientras que
otros políticos y financieros como Bernard Barcuh, en 1947, afirmaba que
“estábamos inmersos en una guerra fría”. Gélida. Fueron más de cuatro décadas
las que el mundo estuvo en vilo viendo como dos superpotencias se amenazaban
mutuamente a la espera de quien pondría el dedo en el botón rojo. Un tiempo de
espías y luchas intestinas, de planes arriesgados y noches en vela, de
propaganda falsaria y odio irracional. Una época magníficamente detallada por
Eladio Romero García en su libro Breve
Historia de la Guerra Fría (editado por Nowtilus, 2018)
Como ya he
bosquejado anteriormente, después de la Segunda Guerra Mundial el mundo se
dividió en dos grandes bloques: el occidental (o capitalista) comandado por
Estados Unidos, y el oriental (o comunista) con la Unión Soviética al frente
junto con un nutrido grupo de países satélites. Ambos separados por un férreo
Telón de Acero. Dos superpotencias que se miraban con recelo y que no tenían
reparos en exhibir quién tenía la estaca más grande, o lo que es lo mismo una
creciente e imparable carrera armamentística que amenazaba con destruir al
planeta. Tendríamos que buscar los orígenes de esta guerra fría muchos años
antes de la Segunda Guerra Mundial. En concreto en la Rusia de 1917. La posible
exportación de ideas comunistas a Estados Unidos provocó el miedo y la
desconfianza hacia esta ideología que podía
hacer tambalear el sistema económico americano. Y este recelo hacia la
Rusia bolchevique siguió de manera continuada hasta 1945. Desde entonces la
Guerra Fría evolucionó en distintas etapas: desde la inicial o de tanteo a
partir de 1947; pasando por la más dura (hasta 1953) en donde imperó el miedo
nuclear; la del deshielo y la guerra de movimientos (hasta 1964); y su
finalización con la caída de la Unión Soviética (1985 – 1991) en donde la
Perestroika y el Muro de Berlín acabaron de dar puntilla a una de las dos
superpotencias, en este caso la comunista.
Lo curioso de
este conflicto soterrado es que (hasta que nosotros sepamos) no hubo luchas
directas entre ellos pues Estados Unidos y la URSS preferían dirimir sus
discrepancias en casas ajenas, como por ejemplo en Corea, Vietnam, Afganistán,
el Líbano, el Salvador, Angola… Cientos de muertes y tragedias trajo consigo
este conflicto, pues no solo fue una demostración de la superioridad política o
armamentística de una potencia sobre otra sino que también estaba en juego el modus vivendi de un bloque frente a oro.
Incluso esta guerra sucia no se contento con jugarse en nuestro planeta sino
que también solventaron sus disputas en el exterior, en una carrera especial digna
de una guerra de las galaxias. El trabajo de Eladio Romero García, Breve historia de la Guerra Fría, nos
trae una apasionante época, mitificada por la literatura y el cine hasta el
extremo, que nos hará comprender como se forjó y como evolucionó un
enfrentamiento que mantuvo con el alma en vilo a un mundo que creía ya llegada
la tercera guerra mundial.