domingo, 26 de agosto de 2018

LA EXTRAÑA MUERTE DE ESQUILO


El dramaturgo Esquilo (525 – 456 a.C) ha sido junto a Sófocles y Eurípides uno de los grandes autores del teatro griego. No solo fue un hombre de letras sino también uno de acción ya que como buen ciudadano ateniense (había nacido en Eleusis, cerca de Atenas) combatió contra los persas en las batallas de Maratón (490), Salamina (480), y lo más seguro que en la de Platea (479). Tras cosechar éxitos en el campo teatral decidió, como solían hacer muchos griegos de entonces, conocer su destino consultando el oráculo de Delfos. Al llegar allí y tras esperar su turno para saber qué le depararía el futuro, la pitonisa le vaticinó lo siguiente: “Morirás aplastado por una casa”.

Como la predicción había sido tan tajante a Esquilo le entró miedo y queriendo evitar su destino se marchó fuera de Atenas para vivir en el campo. No le gustaba entrar en las casas a las que era invitado y debido a ello durante un tiempo parece que consiguió esquivar el designio de los dioses. Pero un buen día (malo para él) el destino lo alcanzó de una manera muy peculiar. Un ave, en este caso un quebrantahuesos, estaba planeando cuando debajo de él vio una tortuga. Con un vuelo rápido consiguió atrapar al quelonio entre sus garras y se elevó en el aire con la idea de estrellarlo en una roca puntiaguda y de esta manera poder romper su duro caparazón. El quebrantahuesos, pasado un rato, observó una roca propicia y arrojó a la tortuga, con la mala suerte que no se trataba de una roca sino de la calva del propio Esquilo que en esos momentos estaba paseando por el campo. El peso del animal y la velocidad de caída propiciaron que el poeta griego muriera en el acto. Resultado: una pequeña “casa” había cumplido el vaticinio de la sacerdotisa de Delfos.