sábado, 8 de diciembre de 2018

EL MOLINO ROJO DE PARÍS


A los pies del barrio de Montmartre, en el Boulevard de Clichy, se encuentra uno de los iconos más importantes de la ciudad de París: el Molino Rojo. Desde el mismo momento en que fue inaugurado a finales del siglo XIX por el tarraconense Josep Oller i Roca la bohemia parisina la convirtió en uno de los símbolos no solo de aquel barrio sino de la Belle Époque en especial. Pero ¿por qué se eligió un molino como seña de identidad y además de color rojo? Para saber este curioso dato hemos de recordar que hubo un tiempo en que Montmartre no era un barrio más de París sino una localidad cercana que conservo su independencia hasta 1860, año en que fue absorbida por la capital. Si actualmente uno acude a esta zona se dará cuenta de que está en pendiente y es que hace siglos el  pueblo de Montmartre era famoso por sus molinos que sabían aprovechar el viento para fabricar harina o para machacar ricas uvas o piedras extraídas de las canteras. Pero con la llegada de la industrialización fueron muchos los molinos que fueron desapareciendo y es por ello que Oller decidió poner un molino en su establecimiento como homenaje al pasado molinero del lugar. Se levantó en todo lo alto un molino con forma de cono truncado en las que cuatro grandes aspas se movían para deleite de los que concurrían al cabaré y para que fuera más vistoso lo hizo pintar de un rojo intenso anunciando a todos los viandantes las cosas pícaras y eróticas que podían ocurrir en el interior del establecimiento. El reclamo tuvo tanto éxito que en poco tiempo Le Moulin Rouge fue todo un icono de las noches de París.