jueves, 7 de julio de 2011

MACHADO Y LEONOR



Siempre ha sido común entre los enamorados mandarse mutuamente poemas para demostrar el amor y afecto que siente el uno por el otro. Es una forma perfecta de que la relación llegue a buen término, y si además eres un poeta profesional, el éxito esta asegurado.
Nunca unos versos le fueron tan necesarios a Antonio Machado para conseguir al amor de su vida como los que escribió allá por su juventud. Se llamaba Leonor y suspiraba por ella día y noche. Ocurrió en Soria cuando el poeta se vio obligado a vivir en aquella ciudad y a residir en una pensión en donde se enamoró de la jovencísima Leonor, hija de la dueña del establecimiento. Los días fueron pasando y no sabía que hacer para que se fijara en él. Se sentía perdido y no había manera de acercarse a su amada. Pero algo externo motivó que su cabeza de poeta comenzara a funcionar a toda máquina ya que se enteró de que un barbero la pretendía y que estaba a punto de caer en sus brazos. Por ello, un día decidió dejar “olvidado” en una mesilla de la pensión una carpeta con una serie de poemas dedicados a ella:

Ay, la niña que yo quiero
Preferiría casarse,
Con el mocito barbero.

Leonor captó el mensaje y aunque la diferencia de edad de ambos era motivo de disputa entre la familia de ella (Machado tenía 34 años y Leonor 15), el amor superó todas barreras permitiendo que se casaran el 30 de Julio de 1909. Fueron muy felices juntos, pero ella murió de tuberculosis en 1912, dejando al poeta desolado. Yo hubiera preferido morir mil veces a verla morir, habría dado mil vidas por la suya, escribió posteriormente a Unamuno.

Una historia bonita y triste a la vez, pero que ha pasado muchas veces desapercibida en las biografías del gran andador de caminos.