martes, 26 de julio de 2011

SILVELA SE NOS DUERME



Después del asesinato de Canovas en el Balneario de Santa Águeda, perpetrado por el anarquista italiano Angiolillo, se produjo un movimiento sucesorio en el Partido Conservador enfrentado continuamente con el  Partido Liberal de Sagasta. La pugna era grande y la responsabilidad de seguir la alta política del difunto Cánovas del Castillo era enorme, por lo que finalmente quedaron enfrentados dos correligionarios del mismo partido: Francisco Silvela, apodado por sus detractores como la daga florentina, y Romero Robledo, moteado igualmente por los silvelistas como el pollo antequerano. Mientras que Silvela deseaba hacer un movimiento reformador dentro del partido, Romero quería al contrario que su compañero seguir con una política continuista y caciquil. Las dos posturas eran irreconciliables, y debido a ello el Pacto del Pardo parecía a punto de saltar en mil pedazos. Pero al final la sangre no llegó al río y el Partido Conservador decidió elegir como sucesor a Silvela.

Éste era un hombre fino y frío, elegante y culto, llegando incluso a ser académico de la lengua, por lo que se preocupaba mucho por el idioma español. Un día, después de una agotadora y aburrida sesión parlamentaria se quedó dormido en su escaño. Los demás políticos fueron saliendo y el se fue quedando solito, hasta que un ujier dándose cuenta de ello le tocó suavemente el hombro y le llamó la atención:

-Su Señoría está dormido

Silvela se despertó poquito a poquito, y con gran frialdad no se avergonzó sino que mirando fijamente al susodicho ujier le dijo de una manera elegante:

-No estoy dormido, estoy durmiendo, ya que no es lo mismo estar bebido que estar bebiendo.

Agudo sentido de la corrección lingüística tenía la daga florentina. Años después otro literato, igual de inteligente aunque más bruto y directo, Camilo José Cela, retomó las mismas palabras y dijo aquella famosa frase:

-Que no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo.