jueves, 20 de octubre de 2011

LA HAZAÑA DE "EL GLORIOSO"



Para situar esta historia, injustamente olvidada por nuestro país, hemos de remontarnos a mediados del siglo XVIII. España estaba siendo gobernada por el segundo Borbón Fernando VI ayudado por el reformador Marqués de La Ensenada. Por aquellas fechas, el Caribe español estaba rugiendo de fuego y hierro pues se estaba produciendo la denominada Guerra de la Oreja de Jenkins (1739-1748) enfrentando a dos potencias mundiales, España (ayudada por Francia) e Inglaterra, por la supremacía de los mares. Aquella breve contienda fue épica dándose capítulos inolvidables como el Gran Sitio de Cartagena (1741) donde Blas de Lezo, que solo contaba con 6 fragatas y 2,380 hombres, supo doblegar a la enormidad de las fuerzas inglesas del Almirante Vernon que con sus 180 barcos, 3000 cañones y 24,000 hombres deseaba borrar del mapa a las fuerzas españolas (cantidad nunca igualada hasta el Desembarco de Normandía).


Muchos episodios acontecieron en aquella guerra, pero existe uno difícil de emular. El Glorioso era un barco de 70 cañones que se disponía a llevar desde América a España un fabuloso tesoro compuesto de monedas, joyas, piedras preciosas y mucho oro. Corría el año 1747 y la noticia de aquel transporte corrió por todos los mares despertando la codicia de piratas y barcos ingleses desperdigados por todos los mares. Pero aquel barco no lo iba a poner facil pues al mando se encontraba un veterano marinero, curtido en las contiendas de Cerdeña, Sicilia, y Oran, llamado Pedro Mesía de la Cerda.


En cuanto El Glorioso salió de Cartagena de Indias comenzó la caza, como lobos tras un tierno ciervo indefenso. Cerca de la Isla de las Azores se topan con un convoy inglés compuesto de numerosos buques de transporte, un paquebote de 20 cañones, un navío, El Warwick y una fragata, la Lark. Dejando solamente el paquebote la fragata se lanza a por el barco español pero es destrozado por los certeros cañonazos de El Glorioso. Enrabietado la Warwick también arremete como un toro enfurecido y durante la noche, en una brutal batalla una bala de cañón español le destroza el palo mayor, dejándole a la deriva.


Solamente este hecho es una gesta, pero lo que no sabía Pedro Mesía es que esto no había hecho más que empezar, pues cenca de Finisterre (14 de Agosto), a punto de llegar a su salvación se encuentra con otros tres barcos enemigos más, un navío de 60 cañones y dos fragatas. Pero nada puede detener a nuestro intrépido capitán que con su pericia y sus buenos cañoneros los echa a pique. Por ahora el resultado es de 5-0. Con algunos problemas llegan al puerto de Corcubión donde le tienen que hacer una serie de reparaciones de urgencia pues el cuadro que presenta no puede ser más desolador: el bauprés destrozado, rotas multitud de vergas y jarcias, toda la popa acribillada, y lo que es más triste cinco muertos y 140 heridos. Aun así los marineros de Corcubión hacen todo lo que pueden y lo vuelven a fletar para que llegue a El Ferrol donde le harán un arreglo más a fondo y especializado.


Yendo al astillero de destino un fuerte viento hace virar la nave y lo lleva hacia el Sur camino de Cádiz. Un largo trayecto trufado de enemigos ansiosos de vengarse por las derrotas sufridas a sus compatriotas. Cerca del Cabo de San Vicente, el Glorioso hará honor a su nombre pues se encontrará con nada más ni menos que 10 barcos que no están dispuestos a que siga flotando. Primero envían a sus fragatas pero nuevamente el barco español las hace huir con el rabo entre las piernas. Los ingleses no se lo pueden creer y con rabia en los ojos envían al gigante Darmouth de 70 cañones. Pero pasa lo increíble, pues un solo cañonazo basta para derriba a aquel Goliath pues la bala penetra en la Santabárbara y hace que explote en mil pedazos. Inglaterra no puede consentir más afrentas y desesperados mandan a todos sus barcos... estando entre ellos un auténtico titán de 3 puentes llamado El Russell. Toda la noche estuvieron cañoneando al barco español, penol contra penol, pero no le podían doblegar, hasta que llegado el amanecer no tuvo otro remedio que rendirse. Esta hazaña le había costado al Glorioso un total de 36 muertos y 130 heridos y casi quince barcos enemigos hundidos. Los soldados ingleses ávidos de botín penetraron en el interior del barco pero no encontraron el tesoro que buscaban ya que Pedro Mesía había sido muy inteligente y lo había dejado depositado en Corcubión. Había cumplido una doble misión, por un lado entregar íntegro el tesoro a España y por otro destrozar el mayor número de barcos enemigos. Los mismos marinos ingleses tuvieron que rendirle honores debido a la gran pericia que había tenido aquel valiente barco español.


¿Qué fue de aquel bravo capitán? Pedro Mesía de la Cerda, tras gran increíble gesta se le encomendó la peligrosa misión de limpiar las aguas caribeñas de enemigos y contrabandistas en calida de corso y posteriormente fue ascendido a Teniente General en 1755 (curiosamente en aquella época se volvió a flotar otro Glorioso en el Ferrol, con 78 cañones y que estaría de servicio entre 1755 y 1818) Pasado el tiempo y con 61 años, en 1761 fue nombrado Virrey de Nueva Granada, en donde hizo una gran labor pacificando a los indios del Chocó, revitalizando obras públicas, reorganizando los tributos y la hacienda del virreinato y fundando la Biblioteca Nacional de Bogota. En 1773 se retiro de sus funciones y volvió a Madrid donde vivió diez años más hasta 1783.


En verdad una vida admirable al servicio de España a bordo de un barco de leyenda.