martes, 22 de noviembre de 2011

UN EXTRAÑO ASESINATO


Por: José Antonio

Que el asesinato del presidente Kennedy es un misterio y que ha dado argumento necesario para escribir libros y rodar películas es un hecho, dado el carácter del personaje muerto. Todos hemos visto las imágenes de JFK en el coche descapotable dejándose la vida en Elm Street con su esposa Jacqueline abrazando el cuerpo. Aquella mañana en Dallas el mundo se sobrecogió: habían asesinado a un presidente de EE.UU. ¿Quiénes fueron los inductores del magnicidio? Esta pregunta ha dado lugar a teorías conspirativas en las que las instituciones del Estado eran las responsables de urdir un plan para eliminar a un personaje que les resultaba incómodo. Ahí está la gran película de Oliver Stone en la que a través de la investigación del fiscal Jim Garrison vamos viendo cómo se utilizó a Lee Harvey Oswald como cabeza de turco y fueron instancias superiores quienes crearon un plan para eliminar a Kennedy.

Pero hoy no vamos a hablar de John F. Kennedy, sino del asesinato de don Juan de Tassis en las calles de Madrid en el año 1622, una muerte similar puesto que se produjo en una calle mientras el muerto iba en un coche de caballos. Juan de Tassis, conde de Villamediana, era un personaje en la corte de Felipe IV. Soldado, poeta, amante de la buena vida, muy amante de las mujeres fue amado y odiado y llegó a ser un estorbo para los dirigentes de la época. Galante hasta lo máximo con las mujeres, mordaz en sus versos, se fue generando multitud de enemigos que incluso llegaron a denunciarlo ante el Tribunal del Santo Oficio por delito de sodomía. Corrían por Madrid historias constantes sobre sus amores, entre los que se hallaban la propia esposa del rey, la hermosa Isabel de Borbón. De ahí la expresión del propio Felipe IV cuando alguien le hizo ver la pericia del conde en el arte de picar toros: Pica muy bien, pero pica muy alto.

El 21 de agosto de 1622 regresaba don Juan de Tassis del Alcázar en un coche de caballos descubierto por la calle Mayor. Ahí fue asaltado por dos ballesteros reales, Alonso Mateo e Ignacio Méndez, quienes le dieron muerte. La extrema protección que se les dio posteriormente comenzó a despertar los rumores sobre los inductores del crimen. Villamediana tenía multitud de enemigos. ¿Quién mató al conde? Todo parece indicar que los autores intelectuales del asesinato fueron el propio Felipe IV, aquejado de un ataque de cuernos, y su valido, don Gaspar de Guzmán, Conde-Duque de Olivares, éste por razones de Estado.

Sin embargo los motivos amorosos podrían ser sólo producto de teorías conspirativas o de quienes le quieren dar una pátina de heroísmo y gallardía al propio Villamediana. Es cierto que Juan de Tassis había puesto su objetivo amoroso en la propia reina. Recordemos sus versos son mis amores reales, o el episodio en el que en una representación teatral en Aranjuez se produjo un incendio y Villamediana sacó a la propia reina en brazos a un lugar más seguros. Sin embargo, lo más probable es que el verdadero móvil fuera político. Tras la muerte de Felipe III se produjo una lucha feroz en la corte por conseguir la privanza del nuevo rey y el conde era un verdadero estorbo para las aspiraciones de Olivares. Su carácter mujeriego y su cargo de Correo Mayor le hacían tener acceso a muchos secretos de la Corte. Si a esto unimos el ingenio de sus versos en los que no dejaba títere con cabeza y en los que aparecieron todos los personajes importantes de ese Madrid de principios del siglo XVII:

Vine a Madrid y no conozco el Prado,
Y no lo desconozco por olvido
Sino porque me consta que es pisado
Por muchos que debiera ser pacido

Era un personaje incómodo y a Olivares no le fue difícil convencer a Felipe IV de que había que prescindir de él. Su asesinato fue una ejecución. Nadie habló de ello, pero todo el mundo lo sabía, tal y como reflejó don Luis de Góngora en sus versos:

Mentidero de Madrid,
Decidnos, ¿quién mató al conde?
Ni se sabe ni se esconde
Sin discurso, discurrid.
Dicen que lo mató el Cid,
Por ser el conde Lozano,
¡disparate chabacano!
La verdad del caso ha sido
Que el matador fue Bellido
Y el impulso soberano