¡¡¡Desperta Ferro!!!
Esta es una historia épica. Una narración de hazañas y valor sin igual que un pueblo, el aragonés supo interpretar durante varios siglos. Una historia de riesgos, proezas, y valor, con un gran aprecio al bien común de una corona que supo ganarse el asombro y respeto de todo el mediterráneo por su perseverancia en el deber y por tener una fe inquebrantable en su destino. Esta es la historia de la Corona de Aragón, narrada por David González Ruiz como nunca se ha hecho, así que déjense llevar durante unos minutos por su imaginación y permitan a su intelecto conocer los grandes hitos históricos que esta noble corona ha jalonado durante cientos de años.
Si uno observa el devenir hispánico se dará cuenta que desde el comienzo de la Reconquista se han producido dos tipos de expansiones territoriales. Por un lado de Norte a Sur a través de ocho siglos hasta culminar con la caída de Granada y la defenestración total del Al-Ándalus en 1492. E igualmente existe otra expansión terrenal más allá de las fronteras, a lo ancho, hacia el Oeste (a cargo sobre todo de Castilla) y hacia el Este (con la Corona de Aragón al frente) en movimientos opuestos, que estiran las viejas costuras de esta piel de toro buscando uno la salida del sol y otro el ocaso de Helios. Pero hasta que Castilla pudo dar el salto oceánico, la Corona de Aragón ya lo había hecho muchísimos años antes asombrando con sus hazañas a propios y extraños creando un gran imperio hasta las mismísimas fronteras orientales. Que el proceso de reconquista fue culminado más prontamente por los aragoneses en verdad que no fue una contrariedad pues redundó sobre todo en una cohesión territorial más fuerte, con menos guerras internas, y también con una visión imperial más clara y esforzada que no conseguida mediante un sino favorable de ultima hora. David Gonzáles Ruiz en su obra Breve Historia de la Corona de Aragón nos habla de manera clara y apasionante a la vez de todo este periplo aragonés desde sus tímidos inicios a la sombra de la media luna en donde dos zonas colindantes Cataluña y Aragón estaban forzadas a convivir para crear el germen de la gran Corona que fue posteriormente. La caída cátara y la pérdida de parte del Norte de Aragón transpirenaico en Muret (1213), junto con el abandono total de la dependencia franca en el Tratado de Corbeil hace que Aragón se centre en la reconquista y comience a otear el horizonte levantisco soñando con levantar un Mare Nostrum en el que el color del mar y de los mismos peces lleven impresas las gloriosas barras rojas y amarillas, sol y sangre en el valor almogavar (temed la venganza catalana) y clarividencia en reyes de coronada testa.
A ritmo de desperta ferros y combates espectaculares, la historia de Aragón llega a una zona algo más calmada y para desgracia de sus ciudadanos más negra, pues aquellas glorias de Jaime I, de Pedro III el Grande, Roger de Flor y sus generales valientes, parecen haberse disipado con el rocío de la mañana pues en el siglo XIV y XV se sumerge, como gran parte de toda la Península Ibérica, en una época de crisis y pestes en donde gran parte de aquellos momentos parecen ocultarse detrás de los triste efluvios de la Muerte Negra y las sutiles alianzas dinásticas, culminadas en el duro Compromiso de Caspe. De éste saldrán reforzadas algunas personalidades, junto con las temidas disidencias de otros partidarios catalanes, pero que alumbraran una figura colosal, Fernando II, que junto con otro titán de su época, Isabel de Castilla, sabrán llevar a España a su despertar como Imperio terrenal. Parece que junto con la anexión momentánea, siempre con el respeto de sus fueros e identidades propias, la Corona de Aragón tiene visos de extinguirse, pero aunque hay momentos de fricción durante el reinado de los Austrias se mantiene ese entente de respeto, roto desgraciadamente al final de esta dinastía con el levantamiento catalán contra las políticas del cuarto Felipe y su valido Olivares, y con la desastrada Guerra de Sucesión en el que un joven y “animoso” Felipe V, nuevo rey de una España borbónica, sabrá cobrar cumplida venganza a un territorio que quiso seguir siendo austracista. Con el decreto de Nueva Planta (1707-1715) se acabaron sus fueros y su independencia territorial engrosando ya en una anexión territorial central que nunca abandonará.
Pero aunque la Corona de Aragón, como tal, haya desaparecido siempre quedaran en nuestra memoria los grandes mitos de su tierra, desde el sabio y enigmático Ramón Llull, Jaime I el Conquistador que testado de dragón supo subyugar a la cimitarra mora, o los aguerridos y sufridos almogávares con Roger de Flor que fueron envidia de mílites allende los mares… y así hasta un largo etcétera que darán cuenta de la increíble historia en la que ha sido participe una gran parte de nuestra querida España y que David González Ruiz ha sabido transmitirnos en su libro de manera soberbia para ejemplo y enseñanza de personas.