martes, 17 de abril de 2012

GUADALQUIVIR, de Juan Eslava Galán



¡Prestad atención, porque mis palabras serán como sartal de perlas que adornen vuestros oídos!

¡Corred rápido! ¡Seguidme!, por esta calleja llegamos antes a la plaza. Me preguntas por qué quiero llegar con tanta prisa a la explanada que hay al lado del zoco. Pues te lo diré querido extranjero. Te he visto algo despistado cuando has entrado por la Puerta del Sol y te has asombrado de que tanta gente acuda con prisa a la plaza, y es por ello que has de saber que hoy, solamente un día a la semana, el ciego Muz Nahir, limosnero y rapsoda de profesión se sienta en el suelo sobre tierna alfombra persa, ayudado por su vigilante nieto,  nos cuenta una extraordinaria aventura. Desde hace unas semanas comenzó una que tiene a todo Toledo embobado. Te preguntarás cuál es el relato que nos tiene hipnotizado. Pues nada más ni nada menos que las tiernas e increíbles venturas y desventuras de dos jóvenes enamorados en el Jaén de hace un siglo, él un joven de la gran familia de los Nasr, Selim, y ella la bella y dulce Faye, que aunque corresponde con dulces zalemas a su amor tiene la desgracia de pertenecer a la estirpe gloriosa de los Dubyan, mortales enemigos de los Nasr.

¡Bendito sea Alá, el que vela por los olvidados y conduce a los despistados! ¿Todavía no te he contado el por qué nos emociona tanto esta historia? Te lo diré en un momento, mientras, toma asiento junto a mí en la esquina de los vendedores de especias, y me alcanzas (y palpas) con tu mano derecha, sin que te vea el comerciante, uno de aquellos higos tan verdes y frescos. Aunque  te parezca increíble, esta historia, que nos habla de aquellos tiempos en que el Miramamolín de Marraquex deseaba abrevar sus caballos en las pilas bautismales del Vaticano y en la que el entrechocar de sables y cimitarras eran continuos, fue escrita por un juglar castellano, de Andújar para más señas, llamado Juan Eslava Galán, el cual la había escuchado de otro ciego anterior que había conocido a los protagonistas. Por estas cosas veredes que esta ventura es real y sin fantasía alguna, ni inventos que podrían ofender al mismísimo Profeta. Este infiel quedó a gusto con la historia y desde aquel momento la transfirió a unos pliegos a los que llamó Guadalquivir, ya que todo lo que sucede allí tiene alguna relación con aquel bendito caudal el cual es tan bello que incluso podría hacer palidecer de emoción a cualquiera de los cuatro ríos del Paraíso donde se holgan y bañan con deleite aquellas huríes que nos esperan en el más allá. ¡Alá lo permita en su eterna sabiduría!


Veo que te empieza a interesar esta historia. La pena es que hoy es el último día y la narración principia a terminar. Pero no te preocupes, que yo te haré un sucinto resumen de lo que hasta ahora ha acontecido y que nos ha dejado con la boca abierta, haciendo que las moscas, que tan curiosas son, hayan hecho su agosto entrando y saliendo por el valladar de nuestros dientes. Pues bien, me daré prisa antes de que el ciego Muz Nahir comience y te chafe el final. No permitas que me distraiga porque si no no llegaríamos a tiempo a la oración de la tarde. Como ya te he dicho esta historia se desarrolla esencialmente en la fecha cristiana de 1212, y toda ella tiene como telón de fondo la infausta jornada de la Batalla de las Navas de Tolosa, donde las filosas espadas de los infieles dejaron ese día a cientos de viudas sin protección y a tantos hijos sin padres. A través de las venturas amorosas de dos familias enfrentadas podemos ver, como si una tela se descorriera, todo un mundo que nuestros abuelos desdentados conocieron: el esplendor almohade y su ruina; las luchas fronterizas entre cristianos y árabes de alto turbante que llevaron a abrir el cerrojo del Santo Reino; los odios y acechanzas de las clases superiores que perdieron la tierra que nos legaron nuestros ancestros; y los misterios que se esconden en los más recónditos parajes del Al Ándalus. Como te he dicho antes, mi querido viajero, no existe nada que se salga de la recta verdad, pues el juglar castellano supo muy bien afinar la realidad histórica a su pluma. Nada se sale de lo que el Profeta nos dio, nada es inventado, ni nada se sale de vereda. Y para que todo se haga digerible a cualquier estómago, y atrape a cualquiera que quiera dar una moneda al sabido recitador, si es que no está suficientemente atrapado como mosca en tela de araña debido a lo fascinante y ejemplarizante del relato, el autor de aquellos legajos que ves a su lado, lo ha aderezado, como buen aceite en ensalada, con algunas narraciones en que lo intrigante y policiaco se junta a la vez con algo más esotérico como la búsqueda del famoso tesoro por el que suspiran los tres hijos del árbol de Dios, La Mesa de Salomón ¡Espejo de sabiduría y Luz para creyentes! Sí amigo, lo exótico, lo amoroso, y lo prohibido se dan la mano en esta historia que aquel viejo chivo (espero que no me oiga porque sino me echa de la plaza con cajas destempladas) nos lleva regalando durante tantos días.

Nada falta aquí… pero ¡parece que va a empezar! Muz Nahir ya carraspea y echa un exabrupto a su lado, ágilmente esquivado por su nieto. La leyenda de amor entre Selim y Faye está a punto de terminar… ¿hallarán el tesoro prometido? ¿Podrán salvar sus sentimientos a pesar de las trabas familiares? ¿Sabremos más de aquel mundo tan fascinante de Las Navas?... Espero que sí. Mira, ya se levanta y con voz gutural procede a endulzar nuestro oído con la dulce miel de la leyenda. Amigo, si me quedara dormido antes de terminar, prométeme que me darás un codazo y me despertarás para contarme el final. Aunque lo dudo, pues lo venturoso de la narración lo impide.

¡Que Alá quede contigo!