Un Tsunami (del japones tsu, “puerto”, y nami “ola”, es decir “gran ola en el puerto”) es esencialmente una gigantesca ola marina que puede haber tenido su origen en fuertes seísmos en el fondo oceánico, a volcanes, meteoritos, explosiones o derrumbes costeros. Cuando se producen en alta mar suelen ser de gran longitud, escasa altura y alcanzar una velocidad de 800 Km/h. Pero cuando se originan cerca de la costa la ola puede tener unos 30 metros de altura y arrasar con gran violencia todo lo que encuentra a su paso.
Los historiadores de los desastres naturales opinan que han existido tres grandes tsunamis. El primero se produjo en 1600 a.C en la isla griega de Santorini cuando una increíble erupción volcánica originó una ola que arrasó Creta acabando de esta manera con la civilización minoica. En segundo lugar en 1700 un terremoto de fuerza 9 situado en la isla de Vancouver creó una fuerza de tal magnitud que recorrió todo el Pacífico llegando hasta Japón. Y en tercer puesto, en 1883, otra erupción volcánica originada por el volcán de Krakatoa destruyó la isla indonesia del mismo nombre.
Aunque parece que estos desastres están algo alejados de nuestras costas, el litoral mediterráneo, y las islas Canarias son claros objetivos de estos tsunamis, pues ahí que pensar que el Magreb es una zona que tiene continuos movimientos sísmicos. En concreto España ya ha sufrido un total de 24 de ellos siendo el de mayor envergadura el de 1755 cuando un terremoto de fuerza 9 arrasó la ciudad de Lisboa con su posterior tsunami. Un total de 2000 personas murieron en las costas de Cádiz y Huelva. En 1941 otra ola gigantesca también afecto a las Islas Canarias y no hace mucho tiempo, en 2003, un seísmo en Argelia originó un pequeño tsunami que alcanzó a la ciudad menorquina de Mahón.
Como se puede ver, aquí nadie se libra de la fuerza de la naturaleza.