Aquel que soñó con volver a Roma desde su exilio hispano, el general que luchó con valentía y que puso en fuga a los ejércitos que envió el senado, unas veces al mando de Metelo o Pompeyo… es posible que fuera uno de los primeros descubridores de las islas canarias. Aunque parezca poco creíble y algo fantasioso, hay que recordar que ya en la antigüedad los marineros tenían constancia de esas islas, llamadas en aquel momento Las Islas Afortunadas, e incluso es sabido que antes de la gran expansión de los romanos, siglos atrás ya los fenicios pudieron haber recalado en sus costas en aquel fascinante viaje de circunnavegación alrededor de África que efectuaron por encargo del gran faraón Necao II.
Pero ¿cómo pudo llegar Sertorio a esas islas? Si damos crédito a las fuentes antiguas, en un primero momento el general romano no tuvo mucho éxito al luchar contra las fuerzas de Cayo Annio y se tuvo que exiliar en Cartago Nova para después pasar el Estrecho y recluirse en las feraces tierras de Mauritania (actual Marruecos). Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre qué hizo Sertorio en aquellas tierras, pero muchos creen que posiblemente escuchara las historias de los marineros que le hablaron sobre un lugar donde manaba leche y miel, que tenía una temperatura ideal para el descanso humano y que casi no había que deslomarse al cultivar pues la Madre Tierra era generosa en aquellas Islas Afortunadas. Es posible, que el general romano decidiera ver con sus propios ojos aquellas fantásticas tierras, fueran estas las Canarias o las Madeira, y que incluso soñase con crear un reino allí, pero eso ya entra dentro de la historia-ficción donde la imaginación humana puede inventar cualquier quimera.