En parte ellos ya lo sabían. Empecemos por el asesinado, es decir Abraham Lincoln. Parece ser que una noche de 1860, después de un duro día de trabajo, decidió como cualquier persona retirarse a dormir. Cuando se estaba aseando para meterse en la cama se quedó estupefacto al ver en el espejo su propia imagen desdoblada. La figura principal estaba en buena forma, mientras que su compañera no tenía buen aspecto pues era muy pálida, blanca, casi etérea. Por la mañana se lo contó a su esposa, y ésta para tranquilizarlo le dijo que era un presagio: sería dos veces presidente pero que no terminaría con éxito la segunda legislatura. Inquietante ¿no? Pues aunque no lo crean Lincoln tuvo otro mensaje del más allá. Otra noche, unos días antes de que lo asesinaran en el Teatro Ford, se despertó al oír un llanto lastimero por las estancias de la Casa Blanca. Se levantó preocupado y palmatoria en mano entró en la habitación donde creía oír aquel terrible ruido. Se quedó estupefacto al ver a sus pies un ataúd. Había varias plañideras a su laso por lo que opto por preguntar a una de ellas quién era la persona que había muerto. Una se quitó el velo y mirandolo cara a cara le dijo en tono lúgubre:
¡El presidente. Lo han matado!
Y ahora terminemos con el asesino, es decir con John Wilkes Booth. Años después del asesinato su hermana Asia Booth Clarke escribió un libro titulado The Unlocked Book en el que aseguraba que la muerte de su hermano ya estaba anunciada desde hacía tiempo pues cuenta que cuando John estaba en la escuela una vieja gitana le predijo que moriría joven y que un suceso extraordinario marcaría su vida.