jueves, 21 de marzo de 2013

LA VERDAD AL DESNUDO

Sus padres supieron elegir bien su nombre, Mnesarete (conmovedora de virtud), pues gracias a sus dones naturales, mezcla de hermosura, inteligencia y riqueza salvó su vida en más de una ocasión. Friné (que curiosamente significa sapo, nombre poco apropiado para la mujer más guapa de Grecia) fue una de las hetairas más famosas de la antigüedad y una de las más solicitadas como musa de escultures. Praxíteles, por ejemplo se inspiró en ella para hacer su inmortal Afrodita de Cnido. Y tan contento quedó con su trabajo que en una ocasión le dijo que como premio a su trabajo eligiera la obra artística que ella quisiera. Es aquí donde podemos observar uno de sus rasgos principales, la inteligencia ya que como ella quería la escultura más valiosa, pero como no entendía de arte, decidió servirse de una estratagema: durante un banquete que ofreció Praxíteles en su casa, la bella cortesana se levantó de improviso gritando que había fuego en el almacén. El escultor rápidamente corrió en aquella dirección diciendo en voz alta:

¡Salvad mi Eros!

Dicho y hecho… la escultura del dios del amor acabó en la casa de Friné.

Pero la anécdota más importante de esta mujer, la que ha pasado a los siglos, fue la que le ocurrió durante un juicio en la que había sido acusada de impiedad por Eutias por, según creía él, haber revelado los secretos de los Misterios Eleusinos. Friné, inteligente ella, pidió permiso para defenderse pero como no era posible por su condición de mujer solicitó a Hipérides, conocido por su capacidad oratoria, que intercediera por ella. El letrado, por mucho que intentaba convencer al jurado de que la acusación era falsa se daba cuenta de que no causaba ninguna impresión y de que su defendida podía acabar muerta. Así que no teniendo otra opción, en un intento desesperado por salvarla, le dijo a la cortesana que se adelantara y de improviso, sin consultarla, le quitó la ropa. Hipérides entonces declaró:

¿No lamentareis condenar a muerte a la propia Afrodita? ¡Piedad para la belleza!

El jurado, que estaba compuesto totalmente de hombres no tuvo ninguna duda y la absolvieron por unanimidad. Tal era el poder de su eterna belleza.