viernes, 15 de marzo de 2013

UN TERRIBLE DESLIZ

Tras la muerte en 1714 de la reina María Luisa Gabriela de Saboya, el entonces Rey de España Felipe V pronto comenzó a buscar nueva esposa por las cortes de media Europa. La encargada de este trabajo recayó en la entonces poderosa asesora real Mariana de la Trémoille, más conocida en la historia como La Princesa de los Ursinos. En el momento de la muerte de la reina, se encontraba en el cenit de su poder, llegando a dominar en la sombra todos los engranajes de la Corona. Así que en la búsqueda, uno de sus objetivos era encontrar a una princesa dócil y manejable. Asesorado maliciosamente por  el padre Alberoni, creyó encontrar a la candidata perfecta en Parma: Isabel de Farnesio. Alberoni hizo deslizar de manera intencionada que era una muchacha vulgar, de formas aldeanas, comilona y muy feucha ya que estaba picada de viruelas, cuando en verdad, aunque no era una beldad, si era bastante culta, conocedora de  varios idiomas y entendida en el arte de la política. La de Ursinos picó el anzuelo y pronto concertó los enlaces reales.

La nueva reina viajó hacía España para confirmar los esponsales y tomar posesión de su nuevo cargo, pero antes pasó por Francia para visitar a la antigua esposa del difunto Carlos II, Mariana de Neoburgo, la cual le asesoró sabiamente sobre cómo era Felipe V y cómo estaba dominado por la astuta princesa. Aleccionada por estos sabios consejos, Isabel de Farnesio reanudo su viaje a Madrid haciendo parada en el Castillo de Jadraque donde la esperaba la comitiva real encabezada por la de Ursinos. Ésta nada más verla se adelantó de manera provocativa hacia la nueva reina y cogiéndola del brazo, sin ningún recato la hizo girarse sobre si misma a la vez que decía:

¡Cielos, señora, que mal formada estáis! ¡Y que cintura tan gruesa!

Acostumbrada a tratar a sí a Maria Luisa Gabriela de Saboya, creyó que podría avasallar igualmente a la nueva reina. Además lo dijo en francés pensando que la analfabeta que la habían vendido no sabría ni una palabra del idioma de Moliere. Craso error. Isabel de Farnesio, sabía perfectamente francés, y tras sobreponerse del shock inicial, se soltó del brazo y mirando a uno de los guardias grito:

¡¡¡Llevaos de aquí a esta loca que ha osado insultarme…!!!

El guardia se asustó pues no sabía que hacer, tal era el poder de la Ursinos. Pidió la orden por escrito, y rápidamente la reina cogió un papel y apoyándolo en su rodilla confirmó la orden de destierro. No le dieron tiempo a coger nada, ni ropa ni enseres queridos. En pocas horas fue escoltada, en medio de la nieve, hasta Irún y expulsada de España para siempre. Nadie hizo nada por la otrora poderosa consejera, ni Felipe V, que estaba absorto con su nueva esposa, ni el gran Luis XIV, que solamente se limitó a recibirla en Versalles y darle una pequeña pensión en agradecimiento por los servicios prestados.