lunes, 18 de marzo de 2013

EL ORIGEN DEL CRUASÁN




En el año 1683 gran parte de Europa estaba bajo el control turco. Ocupaban las tierras de Hungría y del Danubio y solo una ciudad se interponía en el camino de la Sublime Puerta: Viena. Así pues Kara Mustafá ordenó tomarla a cualquier precio pero al no lograrlo optó por sitiarla hasta que se rindiera. Pasó el tiempo y viendo que Viena no caía pensó en que se hiciera un túnel desde su campamento, pasando por debajo de las murallas hasta el mismo centro de la ciudad. Ordenó que se practicara de noche para que el ruido de los operarios no fuera oído, pero el gran general no contaba que sí había unas personas que trabajan a altas horas de la madrugada: los panaderos.

Uno de ellos, mientras preparaba los leños para el horno comenzó a sentir golpes bajo sus pies, y adivinando el motivo se acercó a la guardia nocturna la cual dio la voz de alarma. Así fue de esta manera como la ciudad se salvó de ser ocupada. En reconocimiento a su labor el emperador de Austria Leopoldo I concedió un gran numero de honores al gremio de panaderos, como por ejemplo el de portar espada. En agradecimiento por ello los reposteros decidieron crear dos panes en homenaje a la victoria: uno de ellos se llamo Emperador, mientras que otro fue conocido como Medialuna por la forma que tenía el emblema de la bandera enemiga. En alemán este pan dulce se denomina Halbmond, mientras que en francés es mundialmente conocido como croissant.

Aunque muchas personas creen que el origen del cruasán es francés, se equivocan ya que a pesar de que éstos lo hicieron famoso al comercializarlo por medio mundo, su origen es austriaco. Incluso si uno acude a las famosas bollerías vienesas puede encontrar gran variedad de ellos como por ejemplo el Vanillekipfer, hecho de vainilla; el Mandelbögen con base de almendras; el exotico Mohnbeugel espolvoreado de semillas de amapola; o el inimitable Nussbeugel con nueces y miel.