El 10 de Julio
de 1310 nació en Venecia el famoso Consejo de los Diez. Esta institución
compuesta por diez miembros se reunían todos los días laborales de la semana
para asesorar al Dogo y a su Gran Consejo de la Republica para preservar el
orden público, pero después de cierto tiempo se hizo tan poderoso que llegó a
poseer una gran red de espías y agentes secretos no solo por Venecia sino
también por toda Europa. La culpa de que se creara este cuerpo consultor la
tuvo Bajamonte Tiepolo quien un 15 de Junio de ese mismo año, día de San Vito,
encabezó una rebelión contra el Dogo que estuvo a punto de destruir al gobierno
de la ciudad.
Pero lo que más
reseñable de este levantamiento no fueron las luchas en sus calles sino la
repentina manera en que acabaron. La protagonista de este episodio fue una
anciana llamada Giustina la cual mientras estaba mirando por la ventana de su
casa como se acuchillaban unos a otros, sin darse cuenta se le cayó el mortero
con el que estaba cocinando encima de la cabeza del portaestandarte de Tiepolo.
Asustadas las fuerzas revolucionarias se rindieron rápidamente quedando como
vencedoras las gubernamentales las cuales, nada más restablecer el orden,
quisieron recompensar a la heroína del momento. Ésta solo pidió dos cosas, una,
que la dejaran desplegar desde su
ventana la bandera de Venecia los días de fiesta, y dos, que el casero nunca le
subiera el alquiler.