viernes, 25 de octubre de 2013

¿POR QUÉ A FERNANDO IV DE CASTILLA SE LE CONOCE COMO “EL EMPLAZADO”?



Para saber el motivo de cómo  este monarca se ganó este apelativo hay que remontarse al campo de las leyendas medievales. Campo fecundo e imaginativo donde los haya, y mina para escritores románticos y de folletín. Cuando Fernando IV de Castilla (1285-1312) estaba en Palencia supo de un crimen que había causado estupor en la corte. Parece ser que un caballero de renombre, Juan de Benavides, una noche al salir de una posada había sido asaltado por dos hombres encapuchados los cuales le habían dado muerte de manera salvaje. Nadie pudo dar fe de los asesinos, así que el asunto fue quedando poco a poco en el olvido. Tiempo después el rey emprendió una nueva guerra contra el reino granadino y decidió tomar la localidad de Alcahudete, situada cerca de la Sierra de Orbes (Jaén).

Antes de poner sitio al lugar dirigió sus tropas a la plaza fuerte de Martos para preparar el ataque, y fue justamente allí cuando se presentó ante el rey el Justicia Real trayendo atados a Pedro y Juan de Carvajal, a quienes se les acusaba del asesinato de Juan de Benavides tiempo ha. Ellos respondieron que no tenían nada que ver con el caso y que eran inocentes, pero Fernando IV que parecía tener prisa por llegar a Alcahudete, de manera ligera los sentenció a muerte. Y para ello pensó una manera estrambótica y nunca probada como ejemplo de implacable justicia: los despeñaría de la imponente Peña de Martos en sendas jaulas de hierro.

Los Carvajales rogaron y rogaron con lágrimas en los ojos pero viendo que los mataban con tuerto se irguieron y con alta gravedad, pues ya que los iban a ajusticiar, emplazaron al rey para que se presentase a la justicia divina en treinta días pues cuando se cumpliera ese plazo moriría e iría a los infiernos. Los soldados se llevaron a los hermanos y tras encerrarlos en las jaulas los arrojaron por la pendiente. Cuando cayeron al llano, en donde actualmente hay un monumento conocido como La Cruz del Lloro, tan lastimados quedaron sus cuerpos que solamente pudieron sacar trozos de ellos. Pero mientras los sacaban de las jaulas una duda había anidado en el ánimo de los presentes ¿se cumpliría la profecía de Juan y Pedro de Carvajal?

Tiempo después, al volver de Alcahudete el rey se puso enfermo misteriosamente, y debido a esa extraña dolencia las tropas tuvieron que detenerse en Jaén. Todo el mundo parecía acordarse de la sentencia de los hermanos, pero el día en que se cumplía Fernando IV tuvo una ligera mejoría, pudiendo comer y beber en exceso y estar de buen humor durante toda la mañana. Cuando llegó la hora de la siesta el rey se fue a dormir, pero al pasar unas horas y no levantarse, sus guardias fueron a despertar, encontrándole muerto en la cama…el monarca ya estaba siendo juzgado por Dios, teniendo como testigos a los hermanos Carvajal.