miércoles, 30 de octubre de 2013

UN ASUNTO ESCOCÉS



En el mundo de la farándula existe una obra de teatro que con solo decir su nombre hace que  a los actores se les ponga los pelos de punta: Macbeth. Se cree que la inmortal obra de William Shakespeare trae mala suerte e irremediablemente la muerte a cualquiera que ose representarla. Por ello la mayoría de los actores, sobre todo los supersticiosos, prefieren llamarla “el asunto escocés”. Esta obra se representó por primera vez en 1606 ante el rey Jacobo I, y ya se sabe que Hal Berridge, el actor que iba a interpretar a Lady Macbeth tuvo durante los ensayos unas fiebres tan altas que a consecuencia de ellas murió entre terribles dolores. Parece que el público de la época jacobina era muy impresionable, ya que por ejemplo, cuando se representó la obra de Christopher Marlowe, La Trágica Historia del Doctor Fausto, muchos creyeron ver en el escenario al mismísimo diablo que anteriormente había sido convocado en latín por el actor principal. Sea una cosa u otra, lo importante es que debido a las supersticiones de la época Macbeth tardó casi un siglo en volver a las tablas, en 1703, y casi se suspende ya que cuando iba a empezar la representación cayó una tormenta tan fuerte que a punto estuvo de que se cayera el techo del teatro.

Todos estos antecedentes hacen que muchos crean que esta obra esta maldita. Los estudiosos del tema opinan que el problema hay que buscarlo en el acto 4º, escena 1ª en el que aparecen tres brujas cantando en torno al caldero: “espíritus negros y blancos, espíritus rojos y grises….” Se cree entonces que la música y las palabras crípticas producen un encantamiento trágico que afecta a la representación y a los actores que están alrededor. Sean paranoias o no desde que Shakespeare estrenó la obra los sustos y la muerte han rondado por el escenario. Durante los ensayos puede ocurrir cualquier cosa, como que se te caiga parte del escenario encima, como le ocurrió a Sir Lawrence Olivier, o que te roben la recaudación, hecho que sucedió en 1924. Aun así estas circunstancias solo quedan en sustos… pero lo peor son el número de muertes que lleva tatuada la obra: en 1937 el fundador de la compañía teatral londinense Old Vic, Lilian Baylis murió mientras se representaba la obra, y se sabe que el actor que interpretaba a Lady Macduff se estrelló con su coche muriendo en el acto. Tan terrible es Macbeth que en 1692 se escribió una composición musical para su estreno y todo aquel que moría cerca del teatro, antes se le había oído canturrear el tema principal de la obra.

Así que si no quieren jugarse el tipo cuando vayan al teatro a ver Macbeth no se les ocurra decir esa palabra. Es preferible que digan a sus amigos que van a ver “un asunto escocés”.