viernes, 15 de noviembre de 2013

LA EXCESIVA RELIGIOSIDAD DE LUISA FERNANDA



Es bien conocido el gran fervor católico que tenía la hermana pequeña de Isabel II, Luisa Fernanda de Borbón (1832-1897) No había capilla, iglesia o monasterio que no dejara de visitar. Se sabe que una vez al año hacía una visita al Vaticano y siempre se llevaba un pequeño saco lleno de rosarios, escapularios y cruces para que los bendijera el Papa. En una de esas audiencias se arrodilló ante el Santo Padre, que en esos momentos era León XIII, y comenzó de manera metódica primero a quitarse las cruces que llevaba, a desenrollarse los rosarios que portaba alrededor de la cintura, y finalmente a sacar todos los demás ornamentos religiosos que había en el saquito de terciopelo. Cuando ya llevaba unos quince minutos sacando cruces y rosarios el Papa comenzó a impacientarse y bajando de su silla hizo levantar a Luisa Fernando y en tono algo enojado le dijo:

Hija mía, no seas tímida. Dame el saco y lo bendeciré todo de una sola vez