martes, 5 de noviembre de 2013

LA MÚSICA DE LA MUERTE



En general, de los compositores y creadores de música clásica sabemos, a no ser que sea uno especialista en este campo, lo justo y necesario. Tarareamos sus piezas, conocemos algo de su vida y época, y nos parece que es suficiente. Pero si escarbamos algo en la biografía de estos genios podemos encontrarnos con hechos de lo más increíbles. Como por ejemplo las aventuras homicidas y sanguinarias del compositor Carlo Gesualdo, príncipe de Venosa, Conde de Conza, excelente músico renacentista y familiar directo del mismísimo San Carlos Borromeo.

Parece ser que este compositor tenía un gran temperamento a la vez que era muy celoso. Se había casado con su prima Maria de Ávalos, hija del duque de Pescara, en 1586 y desde el día del enlace se sentía embargado por las dudas sobre la fidelidad de su esposa. Y no era para menos pues un año después ya le estaba engañando con el hermoso Fabricio Carafa, duque de Andría. Gesualdo, avisado de este hecho, un día en que sabía que los amantes se iban a reunir, le dijo a su esposa que iba de caza y que volvería al anochecer. Al rato volvió a su casa y sorprendió a  Maria y Fabrizio en pleno acto carnal. El compositor no se contentó con matarlos, sino que se ensañó con los cuerpos y, posteriormente los descuartizó. Las noticias de esta noticia tan terrible pronto conmocionaron a todo el mundo, y Gesualdo para escapar de la ira de los familiares de los muertos se recluyó en su casa. Tiempo después fue absuelto al comprobarse, según las leyes de la época, que estaba en su derecho de matar a los amantes pues ambos estaban faltando a su honor.

En 1593 volvió a casarse con Leonor de Este. Esta vez el matrimonio fracasó no por culpa de su esposa sino, al revés, por infidelidades de él mismo. Tuvo dos hijos, un niño y una niña .El primogénito murió de asfixia, mientras que el segundo, fue cruelmente asesinado por su propia mano. Se cree que Gesualdo pensaba que la criatura era fruto de una falta de Leonor con otro hombre, así que le dijo a la niñera que saliera con el bebe al frío de la noche, la desnudara y acunara hasta que saliera el alba. En el libro negro de la humanidad, se dice que Gesualdo, para sofocar los terribles llantos de la niña, solicitó a unos niños que cantaran toda la noche en su habitación algunos madrigales que él mismo iba tocando. A la mañana siguiente se encontraron a la niña congelada.

Tras la muerte de sus hijos, el compositor se sintió atormentando y achacaba todas sus desgracias a un castigo divino. Para expiar sus culpas se entregó a prácticas sadomasoquistas a base de latigazos que unos muchachos le administraban una vez al día. En 1613 se lo encontraron muerto en su habitación con el pene erecto por efecto del placer sadomasoquista que obtenía en sus jornadas exculpatorias. Lo más seguro es que su muerte fuera provocada por alguno de los muchachos que lo azotaba.