La leyenda más
famosa que rodea a la Batalla de Aljubarrota (1385) en la que se impusieron las
armas portuguesas sobre las de Castilla, hace referencia a una panadera lusa
llamada Brites de Almeida, que empuñando una simple pala de horneo supo
mantener a raya las espadas enemigas. Esta Brites (o Beatriz) de Almeida era
natural de Faro, y ya desde que era pequeña demostró su bravura, pues cuando
regentaba junto con su familia una fonda, el alcalde de la ciudad quiso casarla
con su hijo, y ella cuando éste intentó
conquistarla por la fuerza no dudo en estrellarle en la cabeza un botijo matándole
allí mismo por lo que tuvo que buscar refugio en Lisboa.
Según quien
cuente esta leyenda añade más datos de su huida o los quita. Por ejemplo se
dice que cuando iba camino de Lisboa fue raptada por un moro que la vendió como
esclava en el mercado de Argel. Pero ella, todo fuego, no supo resignarse a su
destino por lo que organizó una fuga con otros dos portugueses. Después de regresar
a la Península, y por miedo a encontrarse con la justicia por lo del botijazo
se disfrazó de hombre, trabajó como arriera, aunque después de cometer otro
asesinato acabó con sus huesos en la cárcel.
Pero el culmen
de la odisea de Brites de Almeida, y por lo que ha pasado a la historia, fue
por su participación en la batalla de Aljubarrota. Después de pasar por la
cárcel se sabe que en el momento de la batalla regentaba una panadería en aquel
pueblo. Y aunque ningún ciudadano de allí participó en la contienda sí se sabe
que tras la derrota de Juan I de Castilla muchos de ellos sí persiguieron a las
tropas castellanas cuando éstas estaban en desbandada. Uno de aquellos fue
nuestra protagonista, quien al abrir la panadería vio con asombro que dentro
del horno se habían escondido siete caballeros castellanos, y aunque le regaron
que no diese la voz de aviso ella cogió la pala de hornear y tras arrinconarlos
con aquella herramienta hasta el fondo les cerró la puerta horneándoles vivos.
Como se puede
ver Brites de Almeida era una auténtica mujer de armas tomar.