viernes, 13 de diciembre de 2013

¿QUÉ ERA LA OPRICHNINA?



El famoso Zar de Rusia, Iván el Terrible (1530 – 1584), temiendo el poder de los boyardos, es decir de la aristocracia, creo en 1565 un sangriento cuerpo policial llamado la Oprichnina. Los miembros de esta organización, los oprichniki, se distinguían por ir vestidos de negro y montar caballos del mismo color los cuales no tuvieran ninguna mancha de otra tonalidad. Además llevaban colgados del arzón de sus monturas dos símbolos muy peculiares: una escoba y una cabeza de perro. El significado del primero es bastante obvio, limpiar toda Rusia de enemigos del Zar; en cambio la cabeza de perro venía a decir que este cuerpo tan siniestro siempre estaba alerta.

A la Oprichnina le estaba permitido todo tipo de desmanes, y se le disculpaba cualquier crimen por muy sangriento que fuera. Por ejemplo en 1570 Iván el Terrible acusó al arzobispo de Novgorod de conspirar contra él. Así pues los oprichniki sitiaron la ciudad y la prendieron fuego. A golpe de sable murieron más de 60.000 personas. Los pocos supervivientes fueron obligados a adentrarse en los campos nevados donde morirían poco tiempo después de hambre y enfermedades. Esta organización no tenía límites y nunca estaba saciada. Muchas de las calles de Moscú eran de su propiedad. Un buen número de familias nobles fueron masacradas, incluyendo cualquier persona que estuviera a su servicio. Para tal fin no dudaban en utilizar cualquier arma, arrojar a las victimas al Volga  para que se ahogaran, estrangulamientos masivos, latigazos y torturas a cada cual más salvaje como el empalamiento o asarlas vivas a fuego lento.

Sobre Iván  el Terrible existen muchas anécdotas, entre ellas destaca, no me resisto a ponerles como murió, pues cuando se aproximaba su fin, aquejado de muchas dolencias internas, mandó llamar a setenta brujas a Moscú para que le curaran, pero cuando llegaron ante él todas predijeron que moriría sin remisión el 18 de Marzo de ese mismo año. Y efectivamente el primer Zar de Rusia murió ese mismo día. La aciaga profecía de las brujas no había fallado.