lunes, 28 de abril de 2014

ZERO: LA GENIALIDAD DE JIRO HORIKOSHI



En el momento en el que estoy escribiendo esta historia, en las salas de cine de media España se acaba de estrenar la posible “última película” del genio de la animación Hayao Miyazaki The wind arrise (El viento se levanta). Nos habla de la obsesión y las vivencias que pasó el creador de uno de los aviones más famosos de la historia de la aviación mundial: el Mitsubishi A6M, más conocido como Zero. Pero ¿Quién se esconde detrás de esta maquina voladora? Su nombre era Jiro Horikoshi y fue uno de los grandes genios de la ingeniera náutica de su tiempo.

Nació en Fujioka (Japón) y cuando tenía 27 años, nada más graduarse, fue a trabajar al Laboratorio de Aviación del Departamento de Ingeniería de la Universidad de Tokio. Los jefes de aquel lugar, viendo que era un auténtico genio pronto le pusieron en contacto con la empresa Mitsubishi para que diseñara aviones para ellos. Su primera creación fue el Mitsubishi A5M y tiempo después, en 1937,  todo su equipo pasó a trabajar en el llamado Prototipo 12. En 1940, cuando lo terminaron, la Armada Imperial Japonesa lo bautizó como el Modelo OO. De ahí le vino el mítico nombre al avión: Zero, la pesadilla de los aviadores enemigos en el Pacífico. Ya lo dijo el piloto Claire Chennault, lider de Los Tigres Voladores (famoso escuadrón que luchaba desde China contra los japoneses): Nunca te pelees con un Zero. Y tanta fue la fama de este aparato que aunque Jiro Horikoshi diseñó otros durante la Segunda Guerra Mundial, como por ejemplo Mitsubishi J2M Raiden y el Mitsubishi A7M Reppu, siempre será recordado por haber creado la maravilla del Zero.



El Almirante Isoroku Yamamoto, jefe de la Oficina de Aeronáutica de la Marina de Japón, vio claramente la importancia del invento de Horikoshi y sin dudarlo encargó a la empresa Mitsubishi la producción en serie del avión Zero. En total se llegaron a construir alrededor de 10.499 aparatos. No es que solamente fuera el aparato más potente, veloz y mortífero que surcaba los cielos del Pacifico, sino que era totalmente vanguardista con una línea aerodinámica perfecta. Y aunque otro avión como el Nakajima Ki-23 Hayabusa tenía el mismo tamaño, motor y fuera igual de ligero cual grácil gaviota, el Zero podía llevar más armamento, llegar más lejos e incluso ser muchísimo más rápido.

Pero la pasión de Jiro Horikoshi por la ingeniería aeronáutica no acabó en la guerra, pues cuando abandonó Mitsubishi Heavy Industries, en los años sesenta y setenta se dedicó a la enseñanza en varios institutos y universidades como el Instituto Espacial y Aeronáutico de la Universidad de Tokio, la Academia de Defensa Nacional y en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Nihon. El reconocimiento a toda una carrera dedicada a la investigación le fue concedida al otorgarle la Orden del Sol Naciente en 1973. Años después, en 1982, Jiro Horikoshi murió dejando un impresionante legado científico que todavía hoy se sigue estudiando en muchas universidades de todo el mundo.