«No había
señales de vida de ningún tipo. Ni un árbol, con excepción de unos pocos
tocones muertos, que resultaban extraños a la luz de la luna. Ni un pájaro, ni
siquiera una rata o una brizna de hierba. La naturaleza estaba tan muerta como
los canadienses cuyos cuerpos permanecían donde habían caído el otoño anterior.
La muerte se había escrito a lo grande por todas partes». Soldado R. A.
Colwell.
Hace cien años
comenzó en un caluroso verano de 1914 una de las mayores locuras de la
Historia, la guerra que iba a acabar con todas las guerras, es decir la Primera
Guerra Mundial. Comenzó siendo un tira y afloja entre los Imperios Centrales,
Alemania y Austria Hungría y los países democráticos de Francia e Inglaterra y la
menos democrática Rusia. Poco a poco ese conflicto que tenía visos de durar
unos meses, (“¡En Berlín/París por Navidad!”) se fue enquistando en un mar de
trincheras embadurnadas de barro, y oleadas de muertes en ambos bandos. Ninguno
sabía como salir de ese atolladero y fue entonces cuando aparecieron los nuevos
inventos de destrucción como el tanque, los raudos aviones de combate, las
espectaculares bombas de destrucción masiva, los panzudos zeppelines o el
temible gas que achicharraba la piel y los pulmones… Toda una nueva gama de
armas al servició de la Muerte.
Todo comenzó con
un disparo en Sarajevo y desde entonces, incluso nada más terminar el
conflicto, han salido al mercado cientos de libros que han narrado el devenir
de aquellos cuatro años de locura colectiva. Y precisamente este no iba a ser
menos, por lo especial que representa: el Centenario de la Primera Guerra
Mundial. Lo interesante de un ensayo histórico no es solamente lo veraz y
especializado que sea sino el cómo éste está escrito. Y la forma en que Juan
Eslava Galán ha descrito este conflicto en La
Primera Guerra Mundial contada para escépticos, es soberbia. Cumple
perfectamente el requisito que se le pide a un gran historiador, es decir ser
preciso, sino que también sabe adobarlo con un sentido común difícil de
encontrar en otros libros de la misma temática.
Huyendo de
banderías inútiles Eslava Galán trufa todo el devenir de la guerra con uno de
los factores más olvidados en otros ensayos históricos: el factor humano. Nos
habla de cómo vivían los soldados, aquella carne de cañón en manos de generales
vanidosos e ineptos, y de cómo vivían (mejor decir sobrevivían) en aquel mar de
fuego y acero. Además de conocer las grandes batallas, nombres míticos y
hazañas impresionantes el lector aprenderá un buen numero de hechos insólitos y
curiosidades que no se borraran de su mente en ningún momento. Se lo aseguro.
La Primera Guerra Mundial contada para
escépticos de Juan Eslava Galán, un libro sobre uno de los grandes
desastres de la Historia explicado de manera diferente y precisa que le hará
vivir con intensidad el conflicto con el que se abrió el Siglo de Hierro.